Laura es una chica de 20 años, casada con Paul al cual no ama y le dobla la edad. Hace unos meses que conoció a John, un joven apuesto recién llegado al pueblo. Se conocieron una mañana en el mercado donde, poco a poco entre miradas y sonrisas entablaron una conversación, la cual derivó en una pequeña historia de amor.
Estuvieron viéndose durante varios meses a las afueras del pueblo, lejos de miradas indiscretas. Paul empezó a encontrarla diferente pues esta se arreglaba cada vez un poco más, se le veía más feliz e incluso cantaba. Esto le resulto raro ya que ella siempre fue una persona bastante apagada desde que la conoció. El sábado había mercado y decidió salir para comprar productos con los que hacia sus propios ungüentos. Paul que estaba seguro de que pasaba algo y decidió seguirla para ver como transcurría su mañana. Al ver lo que ella hacía, entendió el por qué de todo su cambio. Enfurecido decidió ir a acusarla con las autoridades diciendo que su esposa era una bruja. No fue difícil que pensaran que se trataba de una bruja ya que en casa tenía varios ungüentos y medicinas caseras a base de plantas. La profesión de su mujer fue la salvación de Paul, pues acusarla de adulterio supondría reconocer que él era un cornudo y, por tanto, ser noticia de todo el pueblo.
Fatídicamente, y sin ella esperarlo, Laura fue sentenciada con su muerte en la hoguera. En ese momento, cuando estaba a punto de ser quemada la mirada de Paul le hizo entender que era conocedor de su adulterio. El intercambio de miradas no solo demostró la intención del marido, sino que ella acabo acusándolo de su muerte. Laura ardió, finalmente, con un corazón congelado por el odio.