«La pensión del destino. ¿Crueldad o justicia?»

Fulgencio trabaja (una modesta pensión de sus progenitores), siempre que sus estudios de psicología se lo permiten.
La convivencia en casa es insostenible (su padre es un cerdo maltratador), su madre y  hermana sufren palizas diariamente; él, cansado de esta situación, decide poner fin a esta injusticia.

Hoy toca turno de noche en la pensión y su padre le tiene que relevar a primera hora; ha llegado el momento, armado con un cuchillo espera a su progenitor.

-¡Buenos días inútil! Le espeta su padre. - ¡Buenos días mal nacido, despojo! Ha llegado tu hora, sin más, le asesta varias puñaladas, alcanzando su corazón; un maltratador menos, murmulla el estudiante. Muerto el perro, se acabó la rabia.

El cadáver es introducido en la caldera de carbón, ni rastro del progenitor, la policía no tiene un hilo de donde tirar y ha archivado el caso.

Su madre y hermana respiran aliviadas, han pasado dos meses y la pesadilla ha desaparecido.
- Fulgencio, ¿Tú sabes algo del cerdo de tu padre? - No te preocupes mamá, tú y Martina ya no tenéis que volver a preocuparos de soportar a ese hijo de perra.

El cerebro del chaval no para de trabajar con múltiples ocurrencias, pueden resultar crueles, pero para él, son un bálsamo en su afán de venganza.

Ahora en su negocio se alojan maltratadores, nuestro protagonista ha firmado un convenio con el Estado, para que estos individuos estén localizados, a la espera de juicio.

Trabaja a destajo, a cerdo por día y ahorrando carbón para la caldera, el plan perfecto.
La policía después de dos años acumulando pruebas, le ha detenido. ¿Crueldad o justicia? Juzguen ustedes mismos.

La trena ha frenado sus expectativas de exterminio de cerdos... pero no las de su hermana, la caldera seguirá en ebullición y muchas mujeres liberadas de su opresión.