La muerte del teniente González, había causado una gran conmoción en la comisaria. Era uno de los agentes más queridos por todos sus compañeros, su carácter afable e intachable hoja de servicios, le había granjeado la simpatía y el cariño de todos. Solo la fuerte depresión que la muerte de su esposa, hace cinco años, le había impedido acceder al puesto de comisario. Finalmente, la resolución del caso del robo en el museo, le hubiera dado acceso a un puesto que anhelaba y merecía desde hace años. Pero, por desgracia, encontró la muerte mientras intentaba resolver un caso que se le resistía desde hace tiempo.
Aquella mañana gris, todos se habían reunido en el patio de la comisaria para rendirle un justo homenaje. No faltaba nadie, desde el agente más novato, hasta el comisario, que, a punto de jubilarse, esperaba cederle a González su puesto.
Uno de los agentes, vestido con sus mejores galas, tomó la palabra en nombre de todo el cuerpo de policía, para pronunciar un emotivo panegírico:
"Nos hemos reunido aquí, no como compañeros, sino como una gran familia, para darle nuestro adiós al que fue nuestro maestro, nuestro amigo. Todo un ejemplo de integridad y honestidad para los que amamos esta profesión. El teniente González nos enseñó la importancia de nuestro trabajo, el valor de la justicia y sobre todo a trabajar en equipo, siempre buscando la verdad. Hoy lloramos su pérdida, con el orgullo de saber que encontró la muerte haciendo lo que más le gustaba, resolver los casos hasta el final, aunque para ello haya que arriesgar nuestra propia vida… y para finalizar os agradezco este último homenaje al hombre que me dio la vida, mi padre, y que tanto me ayudo a superar la muerte de mi madre”
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes