Hace veinte años que decidí meterme en este mundo del periodismo, de los reportajes, de las entrevistas…Y nunca me había visto en la situación en la que me encuentro hoy.
Cuando estudiaba la carrera, lo primero que nos advertían era que debes estar muy seguro de saber dónde te estás metiendo, ya que es un mundo en el que muchas veces hablarás de temas comprometidos, delicados y que incitan a debate y, en otras ocasiones te obligarán a mentir, creando incertidumbre en los ciudadanos.
Yo siempre tuve muy claro que jamás mentiría en mis reportajes y solo me basaría en hechos reales, puesto que es lo que a mí siempre me ha gustado leer. Sin embargo, me encontraba ante un tema del que no le gustaba mucho hablar a los periodistas por miedo a represalias, el cambio climático.
Llevaba ya varios reportajes realizados sobre el tema para diversas revistas, tanto de medio ambiente como de cultura general. Todos ellos constaban de mi humilde opinión acerca de lo que estaba ocurriendo en el mundo; altas temperaturas, deshielo, desastres naturales, crecida del nivel del mar…etc. Pero esto no tenía nada que ver, tenía que decidir entre contar la verdad o mentir y seguir escribiendo lo que pienso.
El problema residía en que encontré unos archivos secretos en la oficina en los que se contaba la verdad sobre las principales causas del cambio climático. No daba crédito a lo que leía porque nunca se había hablado sobre ello. Tras mucha indecisión, decidí escribir un reportaje contándolo todo, con pelos y señales, sabiendo que podría cavar mi propia tumba al revelar los secretos ocultos.
“Lo que ocultan sobre el cambio climático”, el reportaje que me dio alas para seguir contando verdades y amando mi profesión.