Lección aprendida - Carlos Tristán
Carlos Tristán

«Lección aprendida»

987 palabras
8 minutos
30 lecturas
Relato de ciencia ficción: Las luces de una ciudad futurista, un destello en el cielo, la sombra de una nave espacial sobrevolando. ¿Qué historias se despliegan cuando el sol se pone en este futuro lejano?

Desde muy pequeño había sentido fascinación por las estrellas, por lo que mi trabajo era un regalo para alguien como yo. Básicamente, era el chico de la limpieza de la única estación espacial que quedaba en órbita. La última guerra se había librado a mil kilómetros de la Tierra y las pérdidas humanas habían sido de tal magnitud que, acabado el conflicto, se acordó que una sola nave con más de veinte nacionalidades a bordo se encargaría de todo el trabajo aquí arriba.

En la práctica, las heridas de la guerra seguían abiertas y el clima en la estación era irrespirable. Todos creían que la culpa de la masacre la tenían los otros. Apenas se cumplían los objetivos, y aunque a mí, como limpiador, no me debería incumbir en absoluto, lo cierto es que mi motivación estaba lejos de ser una especie de amor por la pulcritud.

Las luces que inundaban las ciudades llevaban tiempo impidiendo a los humanos ver las estrellas, por lo que estar en órbita me permitía volver a mirar al universo, mi gran pasión, de tú a tú. Nada me gustaba más que, una vez terminaba mi jornada, tumbarme bajo la claraboya y contemplar el movimiento de las estrellas. El resto de la tripulación se pasaba el día o discutiendo sobre la guerra o absortos en sus pantallas, así que me había ganado a pulso la fama de rarito.

Todo empezó con un profesor del instituto, cuando dijo aquello de que el universo era tan gigantesco que, no solo era posible, sino que era probable, que en un planeta remoto él mismo estuviese impartiendo esta misma lección a estos mismos alumnos. Me explotó la cabeza. Nada más salir de clase, fui directamente a la biblioteca y alquilé todos los libros de astronomía disponibles. Esa misma tarde supe de la existencia de Hugh Everett, padre de la teoría de los universos paralelos, y de ahí en adelante, todo un referente.

Con el paso de los años, mi interés por las estrellas fue aumentando al mismo tiempo que fui siendo consciente de que la guerra me impediría ir a la universidad; toda una generación a la deriva por culpa de unos tiranos henchidos de poder. Me fui ganando la vida con chapuzas que hacía saltando de ciudad en ciudad, cada cual con mas rascacielos, cada cual más individualista. Así hasta que entré en la Agencia Mundial del Espacio gracias a un contacto que me colocó como responsable de mantenimiento. Cuando se anunció el proyecto de la estación internacional, apliqué para el puesto de limpiador y tuve la fortuna de ser seleccionado.

Mientras los episodios de depresión y los suicidios habían aumentado en más de un 3000% en la Tierra, yo no podía ser más feliz. Vale que limpiaba la basura de otros, pero era lo más parecido a cumplir el sueño de niño de ser astronauta. Además, era tal mi conocimiento del cielo que no había punto que se escapara de mi radar, luz que no tuviera localizada ni constelación que no supiera identificar.

Mi trabajo era puro disfrute; sin embargo, todo cambió de la noche a la mañana.

Una luz nueva. O quizá estaba ahí antes. No, no, es imposible. Conozco el cielo a la perfección y jamás había visto ese punto. ¿O sí? Estoy más cansando que de costumbre y la cabeza no funciona como debería. Mejor dormir y descansar, mañana será otro día.

Sigue ahí, aunque los radares no parecen detectarlo. Es imposible. ¿Será una nueva estrella desconocida hasta el momento? No lo parece, es un punto diferente al resto. Es como que… como si… No, tiene que ser un error. Me vuelvo a dormir.

No he podido pegar ojo; es el momento de contárselo al resto de la tripulación. Me inquieta la posibilidad de estar presenciando la llegada de un peligro a la Tierra y no actuar por miedo a que me tomen por loco.

No le han dado importancia. Ni siquiera me han mirado cuando les transmitía la gravedad del asunto. El que nos limpia el suelo, los he escuchado decir cuando me iba. No puedo estar más furioso con esta panda de analfabetos clasistas incapaces de entender la trascendencia de su trabajo y enrocados en rencillas pasadas entre gobiernos derrocados tras una guerra que nunca debió suceder.

Han pasado tres semanas y han saltado las alamas. Ahora sí. La tripulación ha avisado a la Tierra de que hay un objeto que se acerca a una velocidad nunca vista. Calculan que la nave está en la órbita de Urano y que llegará a nuestra posición en cinco semanas. Nadie se ha dirigido a mí a pesar de que fui el primero en darse cuenta. 

El ritmo en la estación es frenético, y aunque parece que no existo para mis compañeros, es el momento más emocionante de mi vida. Hemos recibido un mensaje en una lengua desconocida, pero la Tierra lo ha conseguido descifrar. Se trataría, dicen, de un saludo amistoso. Temo que digan eso para que no cunda el pánico.

La nave extraterrestre tiene un tamaño diez veces mayor que el de este cachivache. De una de sus compuertas ha salido una cápsula que se dirige hacia la estación. Sigo este encuentro histórico desde una ventana. Apenas me alcanza la vista, pero solo sé que daría lo que fuera por ser unos de los tripulantes que da la bienvenida a los visitantes galácticos. Estar ahí, precisamente ahí, en ese momento. 

Los visitantes, que son dos, se han quitado el casco, y tras lo que parece ser un momento de duda, veo como uno de los miembros de la tripulación recibe órdenes y se va corriendo. Percibo cierto nerviosismo desde la lejanía. 

Lo último que recuerdo antes de despertarme en este extraño planeta es escuchar cómo alguien se acercaba mientras gritaba mi nombre y yo lograba distinguir el rostro de unos de los visitantes. Ahora sé que Hugh Everett tenía razón.


Carlos Tristán
El de la foto soy yo
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Mikel M
04 ago, 05:51 h
¡Muy bueno, Carlos! De fácil lectura, muy bien hilado y con un final que da sentido a todo el texto.
¡Enhorabuena!
elinsurgentecalleja
04 ago, 19:07 h
Original y misteriosa historia, con giros constantes y un giro final que aclara la situación de incertidumbre.
Saludos Insurgentes
Chuso Garcia
05 ago, 18:47 h
Guau, gran historia.
Omicron Delta Series
08 ago, 17:57 h
Muy bien narrado. Buena historia.
Pepa Hernández
13 ago, 10:02 h
Buen argumento y bien escrito.
Saludos
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