«Lili Marleen»

https://www.youtube.com/watch?v=gYMgn1MkusE

Frank Darcy desembarcó en tierras francesas con el objetivo de cruzar la línea enemiga y descubrir al batallón que guardaba el bosque, junto a la frontera. Tras los frondosos árboles era fácil cazar soldados, como aquel imberbe que caminaba solitario con el fusil a su espalda. Darcy apuntó y el alemán, distraído, cerró los ojos sonriente y entonó una canción que les llevó muy lejos de allí. 

A la última fiesta en el pueblo. Allí estaban sus amigos. Se marchaban juntos, lejos de su juventud arrebatada. Pero Frank solo pensaba en ella, al otro lado de la hoguera, con el fulgor de las llamas reflejadas en sus bucles rubios. Abrochaba su zapato mostrando una pierna cuya raya dibujada no engañaba a nadie: no llevaba medias.

Margaret le sonrió. «¿Nos largamos?» Se largaron. Y no quedó calle empedrada que recorrer ni farola bajo la que no estallara un beso. No hubo luna suficiente ni estrellas ni tiempo… De la radio en una ventana nació una canción y bailaron abrazados en el haz de luz: «Me susurraste que me querías, que lo harías siempre, mi adorada Lili Marleen». Y Lili Marleen bailaba en su cabeza mientras el tren se alejaba y la veía allí, con los ojos llorosos y su hermosa sonrisa, agitando la mano su querida Margaret. 

Sorprendido, el alemán alcanzó su fusil, le apuntó y se miraron. ¿Cuánto tiempo estuvieron allí? ¿Quién bajó antes su arma, sonrió con tristeza y se marchó primero? En aquel claro del bosque ambos pensaron en una canción, en una chica o en su juventud perdida. 

Frank Darcy volvió a casa con Margaret, envejeció y pudo contarle a sus nietos esta historia. Y no recordaba el dolor de la batalla ni el miedo pasado. Recordaba los ojos de aquel soldado alemán y su voz cantando Lili Marleen.