La solemnidad de su espalda erguida sobre la silla contrastaba con las imágenes que se agolpaban en su cabeza: la respuesta cariñosa de sus amigas por la noticia, el rechazo inesperado de algún familiar, el orgullo de su tutor en el instituto.
Faltaban diez minutos para su cita con el decano. Llevaba un rato apurada y se acercó a la mesa del secretario.
—Disculpe, ¿el aseo de mujeres?
—No hay servicios para féminas.
—Gracias.
Volvió a la silla contrariada por su suerte: aquella reunión coincidía con el punto álgido del período. Sintió el desprendimiento de un cuajo de sangre y decidió abandonar el lugar en busca del aseo de hombres. Cuando llegó, al terminar el trasiego de gente, entró. Se sorprendió por la presencia de un joven que escanciaba sobre el urinario de pared. El taconeo de sus zapatos lo alertó y giró el cuello sin llegar a verla. Cuando terminó se acercó hasta la única puerta cerrada.
—¿Hay alguien? —dijo con acento francés.
Al otro lado, la primera universitaria de la ciudad contenía la respiración. Los segundos se estiraban como un chicle.
Cuando se quedó sola, se sacudió la sensación de fugitiva y completó la maniobra de limpieza.
Regresó con premura a la sala y, una hora después, el decano la invitó a entrar.
—Bienvenida… ¿sabrá usted que su ingreso es una decisión política?
—Por supuesto. Si bien, atendiendo a mi expediente académico, no era necesaria tal intervención.
—Y además combativa —murmura—. Tenga claro que este no es su territorio —concluye. Por el interfono avisa para que entre alguien.
—Le presento al becario docente Françoise Dupont. Le acompañará en todo momento.
Se imaginó su periplo universitario con un extraño impuesto al lado y decidió arriesgar:
—Prefiero ir sola. Ah, y mientras dispone un aseo femenino, utilizaré el de usted.
Por:¿Se utiliza en España la expresión cuajo de sangre?
Bravo, Jose.
Saludos,
Carol
Reivindicación y fuerza a partes iguales.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Me ha encantado cómo está redactado
¡Enhorabuena!