«Lo lograste Maria»

Llevo despierta desde las cuatro de la mañana, no porque tuviera que levantarme a esa hora maldita, sino más bien porque mis neuronas están estresadas creando mil y un escenarios posibles para lo que me pueda pasar a lo largo de este gran día.
No me hubiera imaginado en la vida que hubiera podido llegar este día para mí. Me parece algo casi imposible de creer, yo Maria, empiezo la universidad. ¡La universidad!
Sigo sentada en la cama, con el pijamas puesto y con unos pelos de loca. Debo hacer algo urgente conmigo misma. Me meto en la ducha y me enjabono como si no hubiera un mañana, me lavo el cabello y me pongo la crema que solo uso en ocasiones especiales para que me deje un cabello reluciente, quiero oler bien a kilómetros y dar una buena impresión para todas aquellas personas que quieran saludarme. Aunque el miedo se apodera de mi cada vez que lo pienso, soy la primera mujer de color de Belo Horizonte en ir a la universidad. Lastimosamente mi querido Brasil sigue siendo muy racista, solo de pensar que una negra como yo vaya a la universidad me tiembla hasta el alma.
Las clases empiezan a las ocho en punto, pero he querido venir un poco antes para poder saborear este gran momento en mi vida. Estoy de frente a un edificio enorme, con grandes cristaleras, puedo contar seis pisos en total más el vestíbulo. Fabuloso. Mi corazón se acelera a cada paso que doy, y cuánto más cerca estoy de entrar, más grande y majestuoso se vuelva esa universidad de vidrio y color.
    Aunque mi vestido blanco acentuó el color de mi piel y sentía miradas sobre mí, mis intervenciones en clase dieron sus frutos, muchos hablaron conmigo, y pensé: lo lograste Maria.