«Mal de Amores»

Desde su origen, al amor ha padecido grandes culpas, por el se han caído imperios, perdido fortunas, separado familias,  otros se han suicidado,  estoy convencido que si el amor sintiera  estas culpas,  se habría suicidado o al pobre cupido  lo habría esperado algun loco despechado con una AK-47 para acribillarlo. Un ejemplo, es este pobre chico Sebastián, viene cada día a esta plaza a sentarse en un banco con una botella de bourbon, ropa sucia, zapatos raídos, descuidado y cabizbajo.  Luego empieza a llorar, algunos viandantes, le ponen una moneda pensando que es un mendigo, yo lo observo desde mi banco, como va deteriorando su vida y a mitad de la botella empieza  a culpar al amor de su desdicha. A su rutina se anexa su editora que viene a la plaza cada día a buscarlo, aparece como un ángel guardián,  es una chica delgada, con cabello castaño, largo hasta la cintura,  ojos azules claros que habitan en una hermosa cara perfilada adornada por una sonrisa de estas que quiebran voluntades, no estoy seguro si es por el blanco reluciente de sus dientes o el rojo carmesí de sus labios, además, siempre va vestida bohemia. Boina negra, falda  "pencil" y bailarinas todo en colores pasteles,  una apasionada descripción,  debo confesar que es una de las razones por las que vengo a esta plaza cada día, si yo fuera mas joven estaria enamorado de Alícia. En fin,  viene a buscar al pobre Sebastián quien  va gritando su desdicha,  va maldiciendo al amor,  no logra conseguir inspiración para  escribir, culpa al amor de no ser nadie, aquello que lo hacia identificarse a sí mismo, era el amor y su fuente de inspiración, su musa, era Lourdes, su ex-esposa, quien lo mantenía pegado al ordenador escribiendo, tan solo diciéndole cuatro palabras bonitas: "eres un escritor maravilloso" y el se llenaba de energía para terminar lo que escribía para mostrárselo a Lourdes, mientras tanto ella, quien era una alta ejecutiva de una corporación transnacional, hermosa, inteligente, despiadada, vestida siempre de diseñador, su piel blanca como nieve hacia resaltar su cabello negro azabache y sus ojos verde esmeralda, era una mujer exitosa, se mantenía muy ocupada, viajando frecuentemente como parte de sus responsabilidades en la empresa. Sebastián permanecía escribiendo inspirado y motivado, según el, por el amor que le profesaba a su esposa, se había convertido en un escritor exitoso dentro de las novelas románticas. La mayoría del tiempo Alícia estaba con el,, parecía mas su asistente. Un día,  Lourdes se despidió diciendo las mismas palabras a su esposo: "eres un escritor maravilloso, hoy tengo que viajar vuelvo en cinco días”,  además agregó: "cariño quiero que me sorprendas al volver, ya sabes que me pone mucho tu manera de escribir", estas palabras hicieron un cóctel letal de químicos en el cerebro de Sebastian quien se sumergió en su ordenador como un tiburón blanco depredando, solo pensando en la recompensa. Esta rutina era casi perfecta entre ellos, solo que esta vez, algo alteró los acontecimientos. Lourdes al llegar a su destino procedio a tomar un taxi, Justo al momento de subirse  su móvil había quedado mal colocado en su cartera mal cerrada. en medio de las prisas, el móvil cayó Justo en una alcantarilla y Lourdes no se dio cuenta. Al mismo tiempo, Sebastián cargado de deseo y excitacion, habría escrito un capítulo mágico, no podía esperar a mostrárselo a Lourdes,  lo mando por email y  la llamo, esto era  inusual, nunca la llamaba, ella lo había acostumbrado a esto, y en caso de emergencia se comunicara con su oficina. Sumido en la adrenalina de aquel capítulo, llamo a la oficina de su esposa, allí la recepciónista le indica que no se encuentra, el   lo sabe y  pregunta por el teléfono de la oficina de Londres, a lo que la chica contestó, ella tampoco está allí caballero, estos días los tomo libres para irse de descanso, si es muy urgente puedo darle el número que dejo en caso de emergencia, después de darle el número a Sebastián quien estaba confuso y contrariado, la chica le pregunto: con quien tengo el gusto de hablar? -soy el esposo de Lourdes- hubo un silencio breve, Sebastián colgó y enseguida marcó el número que le había dado: contestó una central: "Gracias por llamar al Four Seasons Bali..."  Una idea inimaginable invadió la cabeza de Sebastián. Después de pensar unos minutos volvió a llamar al hotel, pidio hablar con La habitación de Lourdes, haciéndose pasar que era  su oficina. Le pasaron la llamada y atendió un hombre,  la onda expansiva de aquella voz rompio el pecho de Sebastián. Lourdes se puso al teléfono con un Alo entrecortado, -como has podido?- pregunto Sebastian, -lo siento- respondio Lourdes. Fueron las ultimas palabras que se dirigieron, ella nunca volvió a casa.   Los abogados resolvieron. Sebastian, perdió casi todos sus bienes y asi termino en aquella plaza llorando deprimido, añorando aquel amor maltrecho y  la inspiración para escribir. Ese dia, Yo, viejo testigo de aquel desamor decidio tomar cartas en el asunto asi que mientras Alicia se llevaba a aquel pobre diablo a su casa, yo llame a mi negrito, mi niño danzante de las tribus africanas, quien llego agitando su honda con  estilo, lanzando la piedra con precisión de águila, dando justo en la cabeza de Sebastian, quien se incorporo de manera abrupta, perdiendo de ipsofacto la ebriedad, miro a los ojos de Alicia y le planto un beso en la boca, uniendo sus labios en una armoniosa y sublime danza, un halo de chispas en sus cabezas simulaban un fin de año. Es que a veces el viejo amor tiene que venir personalmente a resolver ciertos asuntos, hacer que un móvil se caiga por una alcantarilla y  cupido es un travieso niño africano con una honda, es que nadie se dio cuenta que el amor no funciona con una flecha en el corazon? Es una pedrada en la cabeza lo que hace que el amor fluya sin obstáculos.