¡¡¡Holaaaaa!!!
Como todos por aquí sois unos humanos la mar de listos, habréis deducido que Marnie, soy yo. ¿No? ¿Tú, no? Bueno, todavía estás a tiempo de pararte a escuchar mi historia.
En la actualidad tengo ya 5 añazos. Sí, lo sé. Increíble ¿verdad? Por favor, fotos no. Es súper complicado ser la perrita de una influencer tan influenciadora.
Ya nací siendo así de cuqui, una Pomerania con pedigree y lustre.
A lo que vamos, Megan, mi querida y bella dueña, la que siempre tiene a alguien cerca para recoger mis caquitas, empezó a engordar. ¡Y de qué forma! Esto fue a partir del año pasado cuando se casó con Maxwell. A mí no es que me cayese demasiado bien, así que en cuanto le veía comenzaba a ladrar lo más agudo que podía. Pero nada, ellos siguieron con su amor y nos mudamos a una casa aún más grande. Lo mejor de la boda fue el magnífico collar de Swarovski que estrené y las croquetitas de salmón de luxe junto al pastelito de ternera gallega.
Cuando la barriga de Megan parecía que iba a explotar, tuvieron que irse unos días que se me antojaron semanas. Al volver, no lo hicieron solos. Una criatura llorona y pelona de nombre Abby, estaba en brazos de Megan. En los brazos que antes eran de mi exclusividad.
Llena de celos, hice pipí en los zapatos de Maxwell. No podía hacerle eso a mi queridísima Megan por enfurecida que estuviese con el mundo.
Cuando dejaron todas sus cosas y se pusieron cómodos en el sofá, Megan me cogió dulcemente, como siempre, y me acercó a la bebé. Tan pequeña, suave y delicada, con un olor dulzón. Sentí la conexión que había entre las tres. Y ahora somos las reinas super glomurosas de Instagram 😘
Divertido y efusivo relato.
Enhorabuena compañera!
Saludos Insurgentes
Saludos.