«Mi reflexión, mi final»

Querida Blanca:
Entiendo tu propuesta sobre cambiar el final de mi novela romántica, sé muy bien qué tipo de finales gustan al lector de este tipo de historias. Desencuentros, rupturas, largos y arduos caminos que concluyen en un final feliz o, como suele decirse en los cuentos, "fueron felices y comieron perdices".

Te entiendo y respeto.

 Permíteme hacer una reflexión que, espero, te haga cambiar de opinión y me permita mantener el final con el que pretendo marcar la diferencia del resto de novelas románticas.

Como en la vida real, mi historia está marcada por un amor pasional de los que dejan huella y quieres amarrar con fuerza para no soltar jamás. Un amor que, como no podía ser de otra manera, pasa por las dificultades y los sinsabores que los caminos misteriosos nos ofrecen, por decisiones equivocadas y consecuencias nefastas. Una relación inventada pero con muchos paralelismos en casos reales y con la muchos personas se sentirán identificadas.

Por eso mismo quiero mantener ese final, para que todos aquellos que han pasado por relaciones similares a las de mis personajes lean y sientan que las rupturas te hieren en lo más profundo de tu alma, que duelen, queman. Pero este final también es un grito de esperanza a encontrar la luz al final del túnel, a volver a creer en encontrar un nuevo amor que haga olvidar las heridas, que vuelva a hacer latir tu corazón, en definitiva, un final que enseñe a los lectores que, a pesar de la caída, te puedes volver a levantar y sentir de nuevo el deseo, la pasión, la ilusión y el amor.

Porque amiga, no todos los finales son felices; el de mis protagonistas debe ser así como parte de la lección que dejo entre líneas.

De corazón, espero me entiendas.