«Ni por un momento»

Recojo mis pedazos recordando cuando éramos solo uno, y mientras trato de recomponer la mitad que me corresponde, la que era antes indisoluble de tí intento pensar en qué momento te dejé ir o tal vez fuiste tú el que me dejó marchar, entre borracheras de reproches que nos han llevado hasta el callejón del olvido aunque sigamos teniéndonos presentes, para que el dolor no perezca pues eso sería la muerte aunque tú y yo ya solo nos queremos vivos, aunque aquí el querer es solo estar. Y recuerdo de nuevo cuando de tí bebía con la cabeza alzada y la mirada extraña, mirada que ahora no puede más que vislumbrar la tristeza que dejó tu rostro, tu rastro. Y no, no puedo ver más allá de lo que tú me dejaste, donde tú me abandonaste, cerca del abismo al que esquivo, de nuevo una y otra vez, casi a ciegas, bordeandolo sin mirar, jugando a hacer piruetas en el aire, porque mi cabeza ya no se alza y la mirada que antaño era extraña ahora solo te extraña a tí, y ella que es pequeña y triste como cuando yo te conocí no quiere abrir sus ojos. Y yo que ya soy mayor, y ya no triste, solo miedosa, no quiere ver nada que no sea a través de ellos porque así la vida no es vida, no la puedo vivir, sin tí, pero mientras intento limpiar con mis lágrimas las cenizas del fuego que apagaste me preguntó, si tal vez, fue amor aquello que vivimos, pues algo que deja tanto dolor no puede venir de algo querido. Llegué a pensar que no te perdía pero nunca fuiste mío, ni por un momento.