No pienses en un gato negro.
No pienses en un gato negro ¿O era blanco?
Ahora que más da.
No pienses en un gato negro.
¡NO PIENSES EN UN GATO NEGRO!
No pienses... Mierda. Pensé en un gato negro.
La calle se retorcía de dolor bajo mis pies; el bordillo, ahora despegado del suelo se ondulaba al ritmo de una música aterradora; los árboles se doblaban en un intento de retener con las ramas a los transeúntes, quienes seguían su camino sin ni siquiera inmutarse, ajenos al peligro al que eran sometidos; probablemente porque no habían pensado en un gato negro.
No pienses en un gato negro.
Pero ya pensé.
La anarquía se desató sin contemplaciones y con una imperceptible entropía palpitante en el corazón del caos, la escena se convirtió en mi peor pesadilla.
Intenté cerrar los ojos, borrar la estela de mi retina, eliminar cualquier rastro del tormento. Intenté no llegar a la locura, a no perderme entre pensamientos recortados, a no dejarme atraer por las sinuosas curvas que me llamaban.
Lo intenté... pero mis párpados se negaron a obedecerme y volvieron a abrirse, mi cabeza empezó a creer esa fantasía y mis pies siguieron andando.
No pienses en un gato negro.
Qué fácil es decirlo, que difícil hacerlo.Así que corrí,
perseguido por mis miedos
entre ilusiones mortales,
corrí.
Así que corrí,
sabiéndome sin escapatoria,
conociendo mi destino fatal,
corrí.
Y sin volver la vista atrás, grité al viento:
"NO PIENSES EN UN GATO NEGRO!"
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Buen relato.
Saludos Insurgentes
Saludos