Sumida en la oscuridad, solo se oían los gritos desgarradores de las mujeres a las que el inquisidor intentaba arrancar una confesión, querían silenciarnos, someternos con el miedo, no querían que tuviéramos opinión.
Abrió los ojos, cuando entraron a por ella, el miedo recorrió su columna vertebral y sintió un frío que le helaba el corazón - No había esperanza - Unas manos toscas la agarraron sin miramientos y la arrastraron hacia la luz.
El sol lo inundaba todo, donde antes había sombras, ahora ahora había luz, una luz que iluminaba y que mostraba la realidad, un juicio en el que todo estaba decidido, todo estaba amañado.
Ella tomó aire y se erigió poderosa, hombres pretenciosos, que se declaraban a sí mismos como siervos de Dios y solo eran vulgares criaturas llenas de lascivia y codicia.
Sintió sus miradas clavadas en ella, recorriéndola sin ningún pudor. Sólo pudo sentir asco.
No la someterían, ella era libre de decidir , era la dueña de su cuerpo y su vida.
Oyó la voz de él susurrando a su oído - “Si no eres mía, no serás de nadie”.- Recordó como se había reído en su cara olvidando casi al momento su amenaza…
Un error, tenía que haberlo visto en sus ojos taimados, que querían venganza, destruirla, someterla. Ahora era tarde, una denuncia de un buen ciudadano y se veía juzgada por BRUJA
Oyó la voz del inquisidor preguntándole si era miembro del aquelarre, levantó la vista y vió a las mujeres que antes reían con ella, sus amigas, sus primas, no eran ni la sombra de lo que habían sido.
Ella alzó la voz - Soy bruja, si eso conlleva que soy libre de pensar y hacer lo que yo decida- Un silencio llenó la sala, su destino estaba sellado.