¡Bien! Empezaba a preocuparme que no despertaras. Llevo mucho pensando lo que voy a decir y sería... bueno, incómodo que no lo escucharas. Hay que hacer las cosas bien.
La ventisca continúa. Cinco días, y tardará en remitir. Vamos a estar aquí un tiempo. Ojalá este pedrusco fuera más sobrado de cuevas decentes. Seis mil metros y nada dónde refugiarse. Aquí apenas cabe una hoguera. Y sigue haciendo frío... ¿Lo notas? Yo he estado despierto, y vaya si lo noto. Perdí las tiendas y las mantas cuando nos caímos. Apenas pude arrastrarte hasta aquí...
De nada, de nada. Tampoco te he hecho un gran favor. No tenemos comida. Ese es... el meollo de la cuestión. No imaginas el hambre que tengo. ¿Tú no? Quédate tumbada. La pierna... la he entablillado como he podido.
Mira, no te mentiré: la cosa pinta mal. Aunque amaine no podremos bajar estando tú así. Estoy demasiado cansado y herido para llevarte. Quizás, si comiera algo, tendría fuerzas para hacer el descenso. Tengo tanta hambre... Necesito... necesito comer algo. Necesito... comerte a ti.
Sé cómo suena. Lo he pensado mucho y no aguanto más, pero no quería hacerlo sin... Quiero tu permiso. Mira, no creo que tu pierna vaya a mejorar. Es duro admitirlo, pero vas a morir aquí. No tenemos porque morir los dos.
Parece que te ha hecho poca gracia, lo entiendo. Tampoco a mí me apetece mucho, ¿sabes?. Pero momentos desesperados... Gracias por entenderlo. Sé que si tuviéramos tiempo para que pudieras pensarlo terminarías por aceptar. No, no, no, no mires el cuchillo. Solo mira al techo, ¿vale? Y, por favor, intenta perdonarme, si puedes.
Mira el lado bueno: siempre has hablado del valor de colaborar y... en fin, al final he aprendido a trabajar en equipo.
Ahora mismo no sobreviviría sin ti.
Diferente y atrevido!
Saludos Insurgentes.