«Nuestros recuerdos.»

—¿Te acuerdas? Aquella casa chiquitita, de repente, se había convertido en un hormiguero bullicioso, lleno de carcajadas y vecinos felices.

"Qué horror, jamás había estado en una casa tan enana y tan llena de gente histérica". Sin embargo, opté por una respuesta más cómoda:
— Claro que sí, todavía me acuerdo del alcalde, gritando desde lo alto de la escalera en tu salón.

— Después apareció tu madre, con esos pastelitos tan ricos que me preparaba todos los domingos, y te guiñó el ojo para que me acercaras el plato, porque siempre tenías vergüenza.

"No he vuelto a hacerlos. Pobrecilla, mi madre siempre se quedó con las ganas de conocer la receta."
—Azúcar vainillada, canela y mucho amor.— Sonreí como si pudiera volver a saborearlos mientras recordaba parte de los ingredientes en voz alta.

Puso énfasis en la siguiente parte de la historia, mientras seguía relatando con ilusión aquel día de hace tantos años. —Entonces nos dimos cuenta de que había desaparecido mi hermana.

"Conseguí entretenerla una hora en la casa del árbol, pero al quinto pastel empezó a dolerle la tripa." También me callé este pensamiento.

Prosiguió —Y cuando por fin apareció, nos metimos en el camión y vi correr a los vecinos detrás, riendo, hasta que ya no podía seguirles con la mirada.

"Corrí detrás de ese camión, en absoluta desesperación, durante casi una hora."

—Y entonces, miré al frente y pensé que ese día que dejamos el pueblo, siempre sería el día más feliz de mi vida.

"El más triste de la mía."