Hasta hoy, me la encontré una noche mientras estaba de copas con unos amigos por el centro. Yo estaba de palique y de risas con los chicos. Borrachos y eufóricos, bailábamos y cantábamos por la calle. Y de repente apareció ella, salió de la nada. De nuevo su mirada penetrante, sus ojos negros y su pelo rojizo. Al igual que yo, iba ebria y toda eufórica gritando por la calle. Nuestras caras en ese instante se transformaron al mismo tiempo y el signo de sorpresa nos invadió mutuamente. En un segundo mi cara cambió y mi rostro era de seriedad, mientras que la suya reflejaba alegría. Intenté ignorarla, me hice el despistado, pero fue inútil, sin quitar sus ojos de mí se me acercó.
—¡Hey, Juan! ¿Te acuerdas de mí?
—Em... no, lo siento. Creo que te has confundido.
—Vamos Juan... soy Yasmina. ¿En serio, no me recuerdas?
Como iba a olvidarla...
—¡Ah, claro! Yasmina... ¿Qué tal? —contesté muy seco, sin ningún interés.
—Pues volví de Suecia hace un año... ya no tengo novio.
—Ah, pues muy bien... bueno, me voy que me están esperando.
—¡Espera, Juan! Oye que te vi en la tele y vi tu película... me gustó mucho. Lo haces genial. Me alegro de que te vaya todo tan bien. ¿Por qué no quedamos un día y me haces un poco de guía? Es que Málaga está muy cambiada y casi que me pierdo.
—Pues piérdete.
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Buena historia pero agria
Historia firme y decidida, con un final contundente.
Saludos Insurgentes
Saludos