«Pintor del mundo.»

Hace unos años ocurrió uno de los fenómenos más inverosímiles de toda la historia del planeta tierra. Todas las fabricas de lejía explotaron y formaron tormentas, ciclones y borrascas de nubes que iban destiñendo y borrando todos los colores que formaban parte de nuestro mundo. Todo y todos quedamos absolutamente blancos. Nada tenía color. Absolutamente nada. 

¿Es usted consciente de los problemas que acarreó dicho suceso? 
Billones de personas con nuevas patologías oculares.
Confusiones entre familias que se llevaban al hijo que no les correspondía.
Fugitivos que eran liberados e inocentes que eran encarcelados.
Confusiones entre si este era el cuadro de la Mona Lisa o el de la Dama del Armiño.
No saber distinguir entre la lata de legumbres o la lata de la comida del perro.
Etc, etc, etc.
Tuvieron que traer colores de otros planetas. Millones de distintos tipos de pigmentos. Más tarde contrataron a todos los pintores disponibles en edad de trabajar. Era la profesión estrella. De ahí viene el refrán "Al que pinta, buena vida se le destina". Ya parecía que lo más difícil estaba superado y ya solo faltaba volver a darle color al mundo, pero no. Luego llegaron las exigencias.
Que si ahora los arboles tenían que ser de color azul, que si los carros de combate ahora los querían de color rosa, que si mi antigua bandera no me gustaba y ahora quiero cambiarle los colores, que si ahora los limones los quiero naranjas y las naranjas amarillas...en fin, una indescriptible locura.

Y aquí estoy yo "un pintor del mundo" como nos llama la gente coloquialmente, planteándome como ha cambiado la historia por algo tan sencillo como los colores, mientras leo el periódico de color dorado.
Sí, dorado. No preguntes, solo te diré, que los tiempos han cambiado.