La oficial Nur Gunawan revisa sus elementos de seguridad y enciende el motor. La cuenta regresiva se proyecta sobre el cielo de Tua Jakarta, y Nur, como tantos desalojadores, cumple su deber.
Cuando en 2019 anunciaban que mudarían la capital, proyectaban que el traslado demoraría 10 años. En ese entonces, nadie imaginaba que las pandemia de 2020 y 2029 sacudirían el mundo y cambiarían todos los planes.
Treinta y tres años después, tal y como anunciaran los científicos, Jakarta está completamente inundada gran parte del año. Tanto se ha hundido la ciudad que, aún sin el aumento del nivel del mar estaría en gravísimos problemas.
El gobierno, y prácticamente todo lo demás, está instalado en Baru Jakarta en la isla de Borneo. En la antigua capital, donde las plantas bajas ya no se ven, y las calles se navegan, sobreviven algunas comunidades aisladas. Los oficiales de desalojo intentan coordinar reubicaciones voluntarias, pero se les termina el tiempo.
Nur llega al improvisado puerto del edificio de Ari Rahayu. Cada vez es más fácil encontrarlo, aunque sigue mudándose ya no se esfuerza, sabe que pronto dejarán de buscarlo.
-Oficial Gunawan, imagino que es esta su última visita
-Ciudadano Rohayu, usted y su familia son invitados a unirse al realojo 2054/103. Será el último llamado voluntario antes de cortar los suministros y telecomunicaciones de Tua Jakarta
-Jakarta, no Tua, solo Jakarta…Mi familia declina la oferta. No importa cuánto suban los océanos, seguiremos rezando frente a Istiqlal.
Nur voltea a mirar la mezquita y se estremece, medio edificio se funde con su propio reflejo en el agua, no ha perdido su majestuosidad.
Mientras vuelve en silencio a la lancha Ari le habla, esta vez sin protocolos
-Podrías quedarte, no nos molestarán.
Nur no disimula la tristeza:
-Sabes que no puedo.