«REYES PERDIDOS»

 — Mamá, ¿por qué este año los reyes no me han traído lo que he pedido? Si solo quería un Nenuco. ¡No es justo! Mi lista no era tan larga como la de mis amigos...
— Cariño, ¿te leo la carta que te ha dejado Gaspar? — contestó la madre con la voz apesadumbrada.
— Bueno, a ver qué dice — añadió Rebeca.
— Pues la carta empieza así:

Querida Rebeca, 
Espero que te hayas tenido unas buenas navidades y que, con nuestro regalo, puedas culminar estas fiestas de la mejor manera posible. Sabemos que has sido una niña maravillosa, que has aprobado todas en el colegio y que, además, eres de gran ayuda para tu mamá. Sigue así, no olvides que estamos todo el año pendientes. 
Suponemos que estarás un poco enfadada porque, en lugar del Nenuco, te hemos traído un muñeco parecido pero no creerás lo difícil que ha sido llevar a cabo todos los encargos. No te queremos aburrir contándote las millones de historias que nos han pasado en las últimas horas pero la anotaremos en nuestro anecdotario particular. 
Melchor se perdió. Está viejete ya y, cuando fue a llevar tu regalo, no vio que lo había puesto en la casa equivocada. Cuando nos hemos dado cuenta era tarde ya, así que espero nos puedas perdonar y lo puedas aprovechar hasta que volvamos el año que viene. 
Te mandamos un beso enorme y un saco de paciencia. Gracias por tu indulgencia. 
Con cariño Gaspar, Baltasar y el torpe Melchor. 

Con esa carta, la madre intentó convencer a su hija de que la culpa era del rey mago y no del odioso jefe que no pagó su nómina a tiempo.