No queda tiempo. Espero que esta carta llegue hermana.
Queriamos tanto vivir cerca del mar, no imaginamos este plot twist.
No te rías del papel y el sobre improvisado. Lo arranqué del empapelado de la habitación.
El futuro y el desastre llegaron muy rápido.
No sabemos a dónde nos trasladan, pero tenemos suerte y tiempo todavía.
Quedan menos de 72 horas para que toda la ciudad quede sumergida. Río de Janeiro bajo el mar.
Río y todos los rios del mundo bajo el mar.
Hace días estamos descalzos, ya llega a los tobillos. Logré sobornar a uno de las patrullas, y nos adelantan para esta noche “el éxodo”, como le digo yo. Hago el chiste de que somos dos jirafas y una jirafita bebé entrando al arca de Noé, que fundaremos un nuevo mundo de jirafas para no ahogarnos nunca... nos entra una risa mortal.
El humor siempre nos salvó de la mierda. Elijo creer que ahora funcionará también.
Sabés de qué me acordé? Cuando en los noventa toda la clase media argentina elegia Brasil para vacacionar, y mamá y papá, a contramano de todo el mundo, nos llevaban a las playas de la patagonia, a ver pingüinos y ballenas. Nos encantaba, pero éramos las raras. Brasil lo conociamos de lo que contaban en la escuela. Promesas de arenas blancas, verano todo el año, cuerpos mulatos, cocos, caipirinhas...
Mirá dónde acabé viviendo. Justo para el final.
“Pobre mundo, lo van a deshacer” escribió Idea Vilariño. Sucedió. Lo deshicieron.
El Cristo Redentor ahí arriba sigue, como quien nos ofreciera un abrazo, El colmo de una atea, qué pedazo de mal chiste.
A ver cuando le empiece a llegar el agua a la rodilla al Yisus, qué cara pone.
Sabés que soy mala para los finales, mejor pensemos en puntos suspensivos hermanita.
Ahí vamos, "El arca de Noé (pagana) parte 2", te amo siempre y donde sea.