Empecé a hacer running porque me gustaba la palabra. Sé que no es una razón de peso, pero para mí era suficiente. Yo hubiera preferido comenzar con el senderismo, pero lo anglosajón siempre tuvo mucho caché. Más tarde descubrí que al senderismo también se le llamaba «hiking», así que me puse con ello. Tenía que plasmarlo todo en un papel. 300 palabras sobre un tema recurrente: la montaña. Estaba seguro de que presentarían relatos de calidad, por lo que esta vez necesitaba un buen arnés que asegurara una gramática excelsa, una mochila cargada de léxico deportivo, unas zapatillas de suela ortográfica y un bastón de trekking semántico para apoyarme cuando surgiera un nuevo desafío. Pero la montaña me tenía preparado un reto aún mayor. Francamente a mí aquello de la lava me parecía de película, por lo que tampoco llegó a inquietarme. Sentí un leve «calorcito», he de reconocerlo, pero conseguí ascender casi hasta lo más alto, con mi boli y mi papel en mano, para escuchar el último reto del dios de las palabras.
–Tienes que llegar a la cima sin quemarte el culo –me dijo.
–Pero ¡qué soez es este dios! –pensé.
–Trae contigo el relato, y si es bueno te dejaré pasar –concluyó.
Esquivé la lava, luché contra dragones y cocodrilos, dormí en una piedra que se tambaleaba y anduve por caminos sinuosos y angostos, para llegar a la cima con un papel que se caía a pedazos. El dios de las palabras me estaba esperando en la cima, sentado en una silla de playa (la clásica de rayas), y con gesto irónico me dijo:
–Reconozco tu esfuerzo, pero no admito manuscritos que no estén en Times New Roman 12.
En resumen: Soy tu fan
En resumen: Soy tu fan
Brutal!
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.