Mi marido resopla ante mis quejas y después muestra su sonrisa socarrona que hace que se active mi instinto asesino.
- Ahora me dirás qué a ti el cambio climático te da la risa- replico
- Pues no. Pero creer, lo que es creer, no mucho. Que nos estamos cargando el planeta si. Totalmente de acuerdo. Que eso afecte al clima…no se yo
Ruedo mis ojos y en mi mente preparo ya una lista de argumentos. Apenas levanto un dedo, para empezar a enumerarlos y ya me frena.
- Ni te molestes. No me vas a convencer. Cada vez que en las noticias sale un desastre climático, bien sea una ola de calor, de frío, temporales de todo tipo… en la mayoría de los casos siempre aportan datos estadísticos en plan “no se recordaba alguna así desde hace x años” con lo cual ya sucedió lo mismo hace un tiempo. Así que, no veo yo lo del cambio climático.
- ¿Y que me dices del deshielo de los glaciares, de las especies desaparecidas y las que hay en peligro de extinción, de todos los plásticos arrojados a los océanos de….
- Pero ¡Quieres dejar de mezclar churros con merinas! Que te he dicho que sí, que la parte de cargarnos el planeta es cierto. Simplemente te he dicho que no sé hasta qué punto afecta al cambio climático. Es más- se acerca y me abraza – se me ocurre como bajarte un par de grados la temperatura.
- Quizá no tenga una solución para el calentamiento global- me zafo de su abrazo- pero el tuyo se va a solucionar con una ducha fría.
Ahora soy yo la de la sonrisa socarrona
