«Simpa, que no Simba»

Por un momento pensé que no había pagado el café, por lo que volví a la cafetería a ver si me había despistado entre tanto papel y llamada.

El bueno de Joe me recibió con un saludo, como siempre y me confirmó que lo había pagado antes de tomármelo para asegurarme de irme sin pagarlo. Respiré aliviado y volví sobre mis pasos.

justo por donde siempre paso me encontré con que la calle estaba cortada por la policía. También había una ambulancia. La gente se agolpaba para cotillear. Me dijeron que un hombre sufrió un infarto al volante y se salió de la carretera, creando un gran accidente, justo en el sitio por el que siempre paso. Mi olvido desolvidado me salvó.

Seguí andando y vi un árbol en el suelo. Era enorme y los bomberos estaban despiezándolo. De no haberme detenido en el accidente, me hubiera aplastado. Aproveché para ayudarles y continué mi camino.

Llevaba en la mano el reloj, pues acababa de mirarlo y parecía que se había atrasado. Me paré un momento a ponerlo bien. En ese momento se oyó un grito y cayó una gran maceta del cielo. Por poco me aplasta. El tiempo me salvó.

Iban ya tres veces y empezaba a asustarme. Reduje el ritmo mirando para todos sitios. Incluso cogí el camino más largo, porque parecía más seguro que el callejón habitual.

Al llegar, el jefe se sorprendió:

"Pensábamos que estabas muerto, tú que eres hombre de costumbres, pues ha habido una terrible explosión de gas en el callejón".

Por un momento... estoy vivo.