Querida Amanda,
me gustaría poder decirte en este mail que por fin he conseguido el final de la novela. Que ese bloqueo escritoril que me gobierna desde la pérdida de Patricia se ha ido y todas las técnicas que has compartido conmigo han surtido efecto.
Quiero agradecerte todo tu apoyo, tu cariño, comprensión y el luchar por mí las batallas que habrán surgido. Seguro que no ha sido fácil apaciguar a quienes me exigían cumplir las fechas del contrato.
Por eso tengo que ser sincero contigo y confesar algo que, ahora, nadie mas en el mundo sabe.
Todas la obras, los relatos, el blog, la trilogía... todo era obra de Patricia. Ella era la creadora de mundos y de historias y yo solo un lector empedernido que vivía enamorado de su prosa.
Su miedo social, sus fobias y nuestra necesidad económica nos hizo crear este engaño.
El cáncer no solo se ha llevado a mi amor y compañera, si no a la única persona capaz de acabar la trilogía.
Mi única obra literaria real es la nota que dejo manuscrita en el salón, y ésta solo muestra desolación, pena y cobardía.
Dejo en tus manos la decisión de hacer el engaño público o dejar “mi obra” inacabada y así convertirme en mito. Sé que es una pesada carga, pero ni veo ni quiero otra salida.
Perdóname, te lo pido de corazón, un abrazo muy fuerte,
Adrián
P.S: envía a alguien a casa pero no vengas tú, no quedará una escena agradable.
El giro final es brutal.
Desolador.
Saludos Insurgentes