—Señor Harris, explíqueme todo lo que ocurrió ayer. Debe ser lo más conciso posible para poder contribuir a la búsqueda.
—Ya se lo he contado todo a su compañero señorita, es todo lo que sé y es todo lo que viví en ese infierno de montaña.
—Yo no soy policía como él. Soy psicóloga y estoy aquí para ayudarle a recordar. ¿Cuándo fue la última vez que vio a los demás senderistas?
—Yo… no lo recuerdo. Salimos de la casa rural rumbo al sendero, todo iba bien hasta que llegamos a esa pradera. Ayúdeme, solo quiero encontrar a mis compañeros.
—Cierre los ojos, respire hondo y despacio. Intente volver a ese lugar, dígame que ve, que oye, que huele… ¿Qué ocurrió en la pradera?
—Veo a los demás delante de mi. Alrededor es todo vegetación; el camino es de tierra; huelo a tomillo y romero; oigo el agua de un río, si así es, pero lo oigo a lo lejos. Todo parece normal a las faldas de la montaña.
—Cuénteme, ¿Qué le llevó a tomar la decisión de separarse del grupo?
—Yo no me separé. Escuché un estruendo que me hizo cerrar los ojos, y cuando los abrí, ya no estaban. Se habían esfumado. Grité mil veces hasta quedarme sin aliento, pero no tuve respuesta.
—Ese infierno del que habla, ¿sabría describirlo?
—Sentí cómo una presencia de luz me hizo levitar, me oprimía el cráneo y después dejó que cayera al suelo. Por unos instantes dejé de ver, y mis piernas no respondían.
—¿Dice que podría haber sido un fenómeno paranormal?
—Fuera lo que fuese no era de este mundo.
—Muy bien señor Harris, lo veré en la próxima sesión.
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—Paul, el señor Harris está evolucionando: ha recordado el río y la "luz" del flexo.
—Bien, después de un año, por fin podemos subirlo de nivel. Carga el programa “subir a la montaña”.
Un giro inesperado al filo de la irrealidad.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.