Archivo de José Antonio de la Vega Torres.
Hoy les contaré la historia de Homero Núñez, un escritor sexagenario que ha perdido su musa creativa —siguió, pero tachando de inmediato lo escrito, no borrando como sería el procedimiento normal para enmendar las ideas erróneas, tal vez no tan reprobables pues retomó la línea.
En las páginas de su vida, una sombra se ha cernido sobre su pluma, sumiéndolo en un bloqueo artístico que lo ha dejado en la penumbra literaria.
Pero la vida, mis queridos lectores, es un viaje lleno de sorpresas y revelaciones. Una noche, en los reinos oníricos, Homero fue transportado a un lugar más allá de su imaginación. En su sueño, se encontró de pie ante una ventana en un camarote solitario, en la base de la Estación Sedna, un rojizo planetoide en los confines del sistema solar y donde, a falta de Luna, el lejano Sol semejaba tal.
A través de esa ventana, Homero vislumbró un resplandor intermitente que emanaba de un edificio en las cercanías. Un resplandor que solo cobraba vida cuando el reloj marcaba las doce, la hora del misterio y lo oculto. Era como si ese edificio, como si ese lugar, guardara secretos profundos y oscuros que solo se desvelaban en las sombras de la noche.
Intrigado por este enigma, Homero decidió adentrarse en el corazón de la Estación Sedna. Sus pasos resonaban en los pasillos silenciosos, como sus propios latidos inseguros en busca de respuestas. Mientras avanzaba, el aire se volvía denso, impregnado de un aura de intriga y suspenso.
Finalmente, llegó ante la imponente fachada del edificio que había avistado desde su camarote. Sus puertas de hierro parecían guardar los secretos más profundos del universo. Con un escalofrío de anticipación, Homero giró el pesado pomo y se adentró en su interior.
Dentro, la oscuridad era espesa como el humo, y solo unos pocos rayos de luna se filtraban por las ventanas polvorientas. A medida que Homero avanzaba por los pasillos desiertos, sintió una presencia inquietante, como si los ecos del pasado se susurraran entre las sombras.
Y entonces, mis apreciados lectores, sucedió algo extraordinario. Homero se encontró frente a una puerta de roble, cubierta de símbolos misteriosos. Con un temblor de emoción, giró el pomo de esa puerta, abriéndola hacia lo desconocido.
En ese instante, la habitación se iluminó con una luz mágica. Ante los ojos asombrados de "El Cuentero", un universo de historias tomó forma en aquel lugar olvidado por el tiempo, en sus manos crecieron dedos extra. Pensó estar delirando. Las paredes estaban cubiertas de estantes llenos de libros, cada uno de ellos conteniendo el eco de aventuras pasadas y por vivir.
Homero Núñez "El Cuentero", como también era conocido; el escritor sediento de inspiración, se encontraba en la Biblioteca de los Sueños, un tesoro escondido en la Estación Sedna. Allí, en medio de aquellos libros encantados, la musa que había perdido en el mundo real se revelaba en su plenitud. Pero parecía inalcanzable. No obstante, el fulgor de sus ojos verdes iluminados por la tenue brillantez del Sol con carácter de Luna, parecía trazarle el camino para el encuentro.
Queridos lectores, en este lugar mágico, Homero Núñez se embarcará en un viaje trascendental, descubriendo los secretos que la noche esconde en los confines del sistema solar. Acompáñenme en esta apasionante travesía, donde la luz de la imaginación se alza sobre las sombras del bloqueo creativo.
¡Hasta el próximo capítulo, mis queridos lectores, donde la aventura alcanzará nuevas alturas! Con cariño… —escribió tachonando de nuevo lo último. Orestes era editor de Homero, no escritor. ¿Eso era una carta o una síntesis de contraportada? Pero Homero estaba desaparecido y él tenía que hacer algo para justificar, en el texto de la cuarta de forros del libro armado con el mamotreto de legajos inconexos hallado en el estudio de Homero, las razones que motivaron editar el juguete literario del Laberinto Bestial 1. Semillero de Indicios con que comenzaba la saga sugerida por el escritor tiempo atrás. ¿Dónde estaba Homero? ¿Qué le había pasado? ¿Por qué y cómo había desaparecido? Orestes miró la luna esperando hallar en su faz la respuesta a sus cuestionamientos.
Solo yo sé la verdad, la que voy contando en mi particular Calima, saga de sagas conteniendo historias de narradores acerca de narradores que cuentan lo que otrora, en algún remoto lugar, en alguna dimensión desconocida, algún universo paralelo, alguien más relatara. Yo soy Beggar Mayo Slaegon. Y este es solo el preámbulo.
(Fragmento del primer libro de novela de mi saga Calima, en preparación. El autor de veras.)
Con ganas de más aventuras de tu saga!!
Relato muy descriptivo y bien narrado, a la par que original.
Saludos Insurgentes
Yo así lo hice... Y mi primer libro "Sopas de ajo" vio la luz con libros.com, un sueño hecho realidad.
Un saludo.