Omicron Delta Series

«Una brecha en el tiempo»

999 palabras
8 minutos
28 lecturas
Narración de suspense: Un resplandor intermitente en una ventana solitaria, un edificio que sólo cobra vida cuando el reloj marca las doce. ¿Qué secretos esconde este lugar en las horas en que el mundo duerme?

Los últimos rayos de sol vestían el horizonte de una amalgama de tonos ocres y rosáceos. Sentados en la arena, frente a la orilla del mar, mi novia y yo contemplábamos la hermosa estampa que se abría paso ante nuestros ojos. Ella apretaba con fuerza mi mano, haciéndome sentir la poderosa energía que brotaba pura desde su interior. Parecía como si, con ese gesto inconsciente, estuviera tratando de aplacar la tempestad de nervios que se agitaba con furia en mi corazón. Lo que ella no sabía era que, si nada trastocaba mis planes, al caer la noche, el anillo que jugueteaba incansable en mi otra mano iluminaría, para siempre, su dedo anular.


Tras unos minutos, que parecieron hacerse eternos, llegó, al fin, el momento con el que tantas veces había soñado a lo largo de los últimos meses. Respiré profundamente y, mirándola a los ojos, me giré despacio hasta situarme frente a ella. Sin duda alguna, aquel era el contexto idílico para pedir su mano. La playa había quedado desierta y el silencio que reinaba a nuestro alrededor se veía interrumpido, únicamente, por el sonido de las frágiles olas de aquel mar en calma deshaciéndose en la arena. Justo en el momento en el que me disponía a sacar el anillo, un potente destello cegó mi vista.


Cuando conseguí recuperar la visión, todo a mi alrededor había cambiado por completo. El espléndido atardecer que nos había acompañado hasta entonces se transformó, tras el extraño suceso, en un desapacible anochecer en el que una densa neblina cenicienta lo cubría todo. No tardé demasiado en darme cuenta de que mi novia ya no estaba allí.


Traté de localizarla en medio de aquella espesa nube gris, pero todos mis esfuerzos fueron infructuosos. Cuando, finalmente, acepté que no iba a encontrarla allí, intenté dirigirme hacia el exterior de la playa y regresar a casa. Existía una pequeña posibilidad de que hubiera tratado de refugiarse en nuestro hogar al producirse el destello y debía chequearlo antes de buscar en otros lugares. Para mi sorpresa, lo que encontré al llegar al paseo marítimo fue un panorama desolador.


La bruma plomiza se iba diluyendo conforme me alejaba del agua y me permitía apreciar mejor la magnitud de la catástrofe que había tenido lugar. A ambos lados de la calle, apenas se sostenían en pie los cimientos de algunos edificios. Todo lo demás parecía haber sido arrasado por algún tipo de fuerza de una magnitud indescriptible. Desafortunadamente, era incapaz de encontrar a nadie que pudiera aclarar las decenas de dudas que se agolpaban en mi cabeza.


Continué avanzando hacia el interior de la población. La oscuridad invadía cada rincón desde hacía ya varios minutos y resultaba muy difícil caminar sin tropezarse. Me detuve un instante para mirar detenidamente a mi alrededor. Tenía la sensación de que una tensa calma se había hecho con el control de aquel lugar y no parecía que nada ni nadie fuera a cambiar la situación. Sin embargo, cuando todavía no había terminado de recorrer el horizonte con la mirada, un pequeño destello de luz en el interior de uno de los esqueletos que todavía quedaban en pie atrajo mi atención.


Me apresuré hacia aquel lugar sin perder un minuto. Al llegar, observé cautelosamente desde el exterior antes de aventurarme a acceder a la estructura. La pequeña fuente de luz que se veía desde la distancia resultó ser una pequeña hoguera junto a la que se calentaba un hombre harapiento de unos cincuenta años, que se colocó en posición defensiva al escuchar mis pasos. Enseguida, alcé las manos, tratando de mostrarle que acudía en son de paz.


Tras unos segundos de tensión máxima, la situación pareció relajarse y el hombre permitió que me acercase hasta él. Nos sentamos en el suelo y, tras presentarnos brevemente, vertí sobre él todas las dudas que me asediaban, tratando de obtener una respuesta convincente que pudiese aplacar parcialmente mi estado de ansiedad. Cuando me explicó el origen de la devastación que existía a nuestro alrededor fui incapaz de creerlo. La noche en la que iba a pedir matrimonio a mi novia se desencadenó accidentalmente una catástrofe mundial. Una mala configuración en un misil que portaba una ojiva nuclear dio al traste con las difíciles negociaciones que estaban manteniendo las grandes potencias mundiales para salvaguardar la paz entre los continentes. Esa primera detonación activó los sistemas defensivos de todos los países con armamento nuclear y, en pocas horas, el planeta quedó reducido a una amalgama de ruina y destrucción. La mayor parte de la población pereció como consecuencia de las ondas expansivas producidas por las detonaciones y de los altos niveles de radiación que asolaron el planeta. Inexplicablemente, algunas personas consiguieron sobrevivir a los efectos de las explosiones y se asentaron sobre los restos de las antiguas ciudades.


Lo que, en un primer momento, parecía ser una oportunidad para seguir viviendo, pronto se transformó en una tortura para ellos. Al entrar en contacto la luz del sol con la elevada radiación existente en el planeta, comenzaron a generarse brechas espacio-temporales de energía, en lugares aleatorios de la Tierra, que trasladaban a las personas que se encontraban en su radio de alcance a otras fechas y puntos geográficos. El alto grado de indeterminación con el que se desarrollaban estos acontecimientos llevó a más de una persona a terminar con su vida. Sin embargo, la indefinición temporal en la que se producían los continuos saltos, hizo que la mayor parte de los suicidios quedaran convertidos en meros intentos fallidos pocos saltos después. La consecuencia final fue que los escasos supervivientes acabaron por perder la noción del tiempo y tuvieron que adaptar sus hábitos para subsistir en la oscuridad mientras trataban de evitar que el resplandor de una nueva brecha de energía les alcanzase de nuevo.


Cuando el hombre terminó su explicación, me asaltó una última duda. El sol comenzaba a alzarse sobre el horizonte. Tenía que encontrar refugio cuanto antes. Al intentar levantarme, un nuevo destello nubló mi visión.

Omicron Delta Series
Me llamo José Miguel y, a pesar de que lo mío son los números, disfruto escribiendo desde hace…
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83 historias publicadas.

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Lucia F.S.
01 ago, 01:32 h
Me encantó Omicron, creo que se puede tirar de este hilo, y dar unos cuantos saltos a ver cómo se desenvuelve el protagonista.
Omicron Delta Series
06 ago, 15:56 h
Muchas gracias Lucía. Un poco de juego podría dar, sí. Un placer leerte por aquí.
Mikel M
03 ago, 08:39 h
Gran relato, Omicron.
Da para que lo continúes con otras tantas partes
Omicron Delta Series
06 ago, 15:57 h
Gracias Mikel!! Habrá que darle una vuelta entonces.
elinsurgentecalleja
03 ago, 19:51 h
Originalidad y fantasía a raudales, con gran intriga.
Lo irreal del relato, me ha llevado a pensar... ¿Y si esto llegara a ocurrir en la realidad?
Final abierto, me gusta.
Enhorabuena compañero!
Saludos Insurgentes
Omicron Delta Series
06 ago, 15:57 h
No me gustaría vivirlo. Eso seguro. Muchas gracias Insurgente!!
Mila Clemente
04 ago, 19:55 h
Wow... En esta historia podría pasar de todo... Me he quedado con las ganas de saber más.
Omicron Delta Series
06 ago, 15:59 h
No había sitio para más. Eso sí, dejemos que la mente vuele libre. Muchas gracias Mila.
Chuso Garcia
06 ago, 12:49 h
Intensa y explosiva historia.
Omicron Delta Series
06 ago, 15:59 h
Gracias Chuso!!
Mayomoratallaruben
17 ago, 22:10 h
Como siempre, una narración impecable. :-) ¡Enhorabuena!
Omicron Delta Series
23 ago, 19:02 h
Muchas gracias por tus palabras. 😃
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