La marea de gente camina en sentido opuesto a la caída del sol, una madre camina de la mano de un niña que trata de entender sentido de la manifestación.
- Mamá ¿Esto sirve para algo?
- Cualquier grito sirve más que el silencio.
- ¿Pero no somos todos iguales?
- Existen algunos detalles que nos sitúan un paso por detrás sólo por el hecho de ser mujeres.
- La abuela me contó que ella no pudo estudiar por ser mujer, que no pudo tener una cuenta en el banco y no podía ir sola a tomarse una cerveza.
- Cierto.
- Pero tú sí has estudiado, tienes tus propios ahorros y puedes salir sola a cualquier lugar. Incluso te pudiste divorciar de papá.
- La carrera no se acaba cuando un corredor alcanza la mitad del recorrido.
- ¿Y dónde está la meta?
- Muy lejos aún. En los actos deportivos, las azafatas son chicas cosificadas por el hecho de ser guapas. Si te acuestas con varios chicos no dirán que te gusta disfrutar de tu cuerpo sino que eres una guarra. Cuando tengas un hijo te verás moralmente obligada a ser tú quien pida la reducción de jornada porque cuidar un bebé es cosa de madres. Hay días en los que he sentido miedo al volver a casa sola y es un miedo inherente a ser mujer. Si además llevo una minifalda, estoy pidiendo guerra y, aunque diga que no, para parte de la sociedad ya es un sí.
- ¿De verdad no te dieron el ascenso por ser mujer?
- No me lo dieron por ser madre, porque me quita involucración laboral, según ellos.
- Entonces la meta aún nos queda muy lejos.
Y se perdieron entre la gente reivindicando su derecho legítimo a ser iguales.
Saludos!
Buena narración y un diálogo con fluidez.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes