Querido hermano:
Nacimos el mismo día aunque yo vi la luz un poco antes que tú. Exactamente 22 minutos antes. Mamá se encargó de hacérnoslo saber durante toda nuestra infancia. A veces pienso que durante aquellos minutos en los que estuviste solo dentro de nuestra madre esperando conocer qué te aguardaba al otro lado tuviste la oportunidad de reflexionar. Algo te hizo ser diferente. Especial.
Nos criamos en la misma casa. Comíamos en la misma mesa. Dormíamos en la misma habitación. Fuimos al mismo colegio e incluso nuestros propios profesores nos confundían. Sin embargo, yo tomé todas las decisiones erróneas que se pueden tomar mientras tú elegías otros caminos. Todos esos momentos en los que yo dije sí, tú supiste decir no: las malas amistades, las noches sin dormir, las pastillas azules y también las amarillas. Escalé rápidamente en el juego de la mala vida.
Mamá me visitó hace unas semanas por primera vez en los últimos 12 años. El grosor del cristal tras el que se encontraba no logró contener su tristeza. Me contó lo que te habían dicho los médicos. Dejé de escuchar en cuanto mencionó las palabras "trasplante de médula". Desde entonces lo he intentado todo pero este puto sistema no me permite salir a ayudarte.
He pasado toda la noche afilando el cepillo de dientes. La única forma que tenía de escaparme y salvarte la vida era generando el caos aquí dentro. Se lo he clavado a un guardia y todo ha saltado por los aires. Parece que una vez más he tomado una mala decisión. Me he arrastrado hasta mi celda para escribirte hundido en mi propio charco de sangre. Me gustaría pensar que estos son mis últimos 22 minutos y que, esta vez, yo también he conseguido hacerlos especiales.
Nos vemos al otro lado
Saludos
Un saludo.
El giro final es brutal, enhorabuena Mikel!
Saludos Insurgentes