Celia Ling García

«Actúa.»

720 palabras
6 minutos
29 lecturas
Narración de suspense: Un resplandor intermitente en una ventana solitaria, un edificio que sólo cobra vida cuando el reloj marca las doce. ¿Qué secretos esconde este lugar en las horas en que el mundo duerme?
Las 23:50
-Vamos hijo vete a la cama ya es tarde.
-Pero mamá desde que nos mudamos a este piso...No me siento muy bien ¿Puedo dormir contigo?
Me miró con cara de preocupación.
-¿No eres ya mayorcito para estas cosas? Debes de ser un hombre, además ya te acostumbrarás, es cuestión de tiempo.
-Pero mamá, últimamente no puedo dormir, la ventana del vecino no para de parpadear. Ilumina toda mi habitación, y creo que...En esos momentos de claridad veo algo acercándose hacia mi, y me hace daño.
-Tonterías hijo, eso es imposible, vivimos en el 8º piso, es muy improbable que haya algo. Y si te da miedo ¡Sé un hombre y no te quedes llorando, actúa! Ahora a la cama.

Cerró la puerta y todo se quedó a oscuras. Respiré hondo y a las 00:00.
De nuevo los resplandores. Pasaron varias horas, la vista ya se me acostumbró.
Al final es verdad mamá tenía razón, son tonterías.
Pero ese pensamiento se desvaneció en el momento que empecé a escuchar arañazos debajo de la cama.

El pánico invadió todo mi cuerpo , dejándome completamente inmóvil, acurrucado en mis sábanas.
Pero como decía mamá: ¡Hay que actuar! . Por ello me dispuse a hablar.

- ¿Quién anda ahí?
- Soy yo, estoy bajo tu cama.
Tragué saliva, tenía miedo pero me reconfortaba que aquella voz me parecía familiar.
-Esto.. ¿Quién eres?
- Soy un monstruo.
- Y y y ¿Qué haces aquí? Si has venido a asustarme, que se ha rápido.
-¿Qué, yo? Asustarte. No, no es mi intención, querido niño.
- Pero ¿No se supone que eres un monstruo?
- Si, pero yo no atormento a niños pequeños. Yo solo lo hago a las personas malas. Como esa que te está observando desde la puerta.

Esta chirrió y se quedó entreabierta.
Instintivamente me tapé con las sábanas. Las gotas de sudor frío resbalaban por mi espalda, no podía hacer nada, solo encoger me , cerrar mis ojos con fuerza y rezar para que aquel monstruo me protegiera.

- Bum- se escuchó una pisada, acompañada del crujido de la madera, la luz se apagaba poco a poco, por lo que la oscuridad iba invadiendo lentamente la habitación.
La puerta se abrió del todo, pues la brisa se adentro entre mis sabanas, haciendo que el ambiente se sintiera más gélido. Los pasos, suaves y delicados, al contrario que su respiración, agitada, ansiosa, como si deseara algo. 

Un grito me hizo abrir los ojos. Era desgarrador, cargado de ira ¿Acaso era el monstruo?
Poco a poco me quité la sábana, me incliné hacia el suelo, no había mucha visibilidad, pero puede distinguir una silueta encorvada, moviéndose. 

-Pe Pe Perdone ¿Es usted el monstruo?
Este se paró en seco.
- Jejeje. Si, soy yo ¿Te asusté?
-No, estoy bien. Me has salvado. Gracias.

El monstruo prosiguió. Me levanté de la cama, y cogí la linterna de mi mesilla. Al acercarme al sitio despacio me percaté de un sonido extraño, era alguien engullendo, eran molestos, pero parecía que lo disfrutaba. Le toqué el hombro, era huesudo y frío, sin vida. La criatura se levantaba,haciendo que su figura se contorsionaba al ritmo del choque de sus huesos, pues sus extremidades eran largas y delgadas, de un tono de piel grisáceo como la ceniza. Una mirada completamente negra, y una sonrisa de oreja a oreja con dientes afilados. Todo este conjunto irradiaba temor pero a la vez me inquietaba.
Apunté a mi presunto agresor, ahora devorado. 
Era mi madre.

-¡Qué has hecho!- Corrí hacia ella.

Todos sus órganos estaban fuera de su lugar, hígado, estómago, ojos... La sangre desprendía un olor muy fuerte que entraba en mis ojos....Rompí a llorar.
El monstruo respondió 
-Protegerte
-¡Cómo que protegerme, has matado a mamá!
-Tú tienes la culpa. Tuviste miedo y actuaste.
- ¡Pero no quería actuar de esta forma, así no! ¡Además has sido tú el que la ha matado, tú eres el monstruo aquí! Yo solo soy un niño, lo dijiste tú.
-Querido niño, todos en este mundo tenemos un monstruo en nuestro interior, en este caso yo soy el tuyo. Es tú decisión sacarlo o no.

Al decir esto último se desvaneció, y el parpadeo de la luz de enfrente volvió. Dejándome en mi cuarto con las manos y la boca llena de sangre, sosteniendo el corazón de mi madre, aún latiendo débilmente.
Celia Ling García
Miembro desde hace 1 año.
3 historias publicadas.

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Pepa Hernández
02 ago, 09:29 h
Me ha gustado el final.
Saludos
Mikel M
03 ago, 11:31 h
Muy contundente, me ha gustado
elinsurgentecalleja
04 ago, 19:43 h
Uuuuf!!
Qué relato tan escalofriante y lleno de incertidumbre!!
Magnífica historia, fría y tenebrosa!!
Saludos Insurgentes
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