Nos lo habían advertido en cientos de ocasiones. Su insistencia era innegable. Entrenamos durante meses. Física y mentalmente. Decían que nunca se estaba lo suficientemente preparado para una experiencia así. No importaba cómo de atrevida fuera nuestra imaginación. Al parecer, la realidad correría más rápido que lo que nuestras mentes fueran capaces de procesar. Algunos caerían en la locura. Otros quedarían ciegos. El elegido, de estar entre nosotros, experimentaría el grandioso argi-ikusi.
Estaba tan nervioso que no recordaba el insoportable dolor que invadía mis hombros a causa de la presión que el arnés había ejercido durante el aterrizaje. Miré a los otros nueve compañeros que formaban junto a mí un perfecto círculo. Todos envueltos en un sinfín de cinturones y otros aparejos de color negro que contrastaban con el blanco impoluto de la nave.
Había quien tenía los ojos cerrados. Quizás aún estaban despertándose del largo sueño o quizás no se atrevían a enfrentarse a esa explosión sensorial de la que nos habían hablado. Habíamos crecido con infinidad de grises entre el blanco y el negro. Eran literalmente incontables. Infinitos. Sin embargo, se hablaba de un lugar en el que había otros colores. Existían evidencias científicas de que, efectivamente, un lugar así era posible.
Había llegado el momento. Estábamos en la Tierra. Sabíamos que la mayoría no lo conseguiríamos pero comprendíamos que merecería la pena asumir el riesgo. Todos levantamos la vista. Se abrió la trampilla del techo lentamente. Entró una cascada de luz desmesurada. Se escucharon gritos. Trepé valiéndome de mis tres manos hasta que alcancé la salida. Ahí estaba el cielo y lo que consideré el color más bonito que había visto jamás. Sentí un dolor inmenso y caí de espaldas contra el suelo de la nave. Nunca recuperé la visión pero aquel instante mereció la pena.
Con intriga y giros constantes.
El final deja entrever mucho más allá, da para más.
Saludos Insurgentes.
Cada un@ tenemos nuestro estilo inconfundible.
Sería genial poder conocernos todos personalmente.
Saludos Insurgentes