«Campamento Vendetta»

-- ¿Les ves?
-- Claro que les veo, la pelandusca lleva una blusa carmesí y el otro parece una mezcla de Paco León y Cocodrilo Dandy.
-- Cuida con el retroceso del rifle porque-- ¡BANG! -- El sonido de la bala pilló por sorpresa a Sorrento pese a ser un francotirador retirado.
-- Ahora todo el mundo está asustado y no vas a poder matar a Cocodrilo...
¡BANG!
-- Cuando se asusta se pone a dar saltitos. Una vez mi padre le enseñó unas berenjenas bien gordas recién compradas y él casi se caga...
-- ¿De miedo?

Nicolás, con una media sonrisa, empezó a recoger el rifle. Se quedaron esperando en el coche la llamada evidente del hospital. Cuando llegaron, un agente estaba con ellos. El agente era algo especial, voz ronca, gabardina, ojo a la birulé:
-- ¡Ah! Agustín Soler Rentería, ¡la pareja sentimental del superviviente! ¡No ha parado de nombrarle! Que alegría que esté bien...y tú debes de ser el hijo adoptivo, Nicolás Chiribiri. Ah, que bien hablan de ti las monjitas, cómo disfrutan con tus travesuras... sobre todo las nocturnas.. ah, ¡que pillín eres! jajaja... Bueno, al turrón: Hemos encontrado el rifle en vuestro coche, hemos comparado balísticamente los casquillos, las huellas de los neumáticos concuerdan, tenemos el resguardo del alquiler del vehículo , también restos de semen de vuestro padre en el ano de los dos asesinados que hace pensar en un crimen pasional--
-- Ha sido Nicolás. Fue idea suya, ¡es un demonio!-- acusó Sorrento en un ataque de pánico.

Y el agente se llevó a Nicolás de vuelta al orfanato. ¿Por qué? Porque su jefe le exigía un culpable, el juez pruebas, el fiscal testigos... ¿Y qué quedaba para el pobre agente? Se conformaba con una acusación falsa. Quien se la daba, era absuelto por él.

Ese era su precio: Salseo barato.