“Querido diario, hoy ha sido un día horrible”. Eso fue lo que escribió Martín después de su primer día de universidad.
Comenzaba sus estudios universitarios en la facultad de medicina de Valencia. Hasta ese momento Martín siempre había estudiado en casa. Tocaba el piano y aquel instrumento era su pasión. Para poder sobrellevar sus estudios junto con la música había estudiado el bachillerato y todos los cursos anteriores en casa. Pero ahora tocaba enfrentarse con la realidad.
Como contábamos al principio, Martín había ido a clase por primera vez. Estaba bastante asustado y lo estuvo más cuando vio la cantidad de adolescentes con los que tendría que entablar una conversación en algún momento. Estaba solo, mientras que muchos iban en grupo. Cuando llegó a clase se sentó apartado. Y en el comedor igual.
Tenía esperanzas de que el día próximo fuera de otra manera. Esa tarde le llamó su hermana mayor.
-¿Qué pasa enano? dijo ella.
Martín se desmoronó y le contó a Laura lo que había pasado. Esta le dijo que no tenía que tirar la toalla, que confiaba en que si era él mismo seguro que sus compañeros se llevarían una muy buena impresión de él.
A Martín hablar con su hermana le vino genial. Se armó de valor y al día siguiente estaba allí con una gran sonrisa y muchas ganas de aprender y de conocer gente.
Así fue como Martín se sentó con Guillermo y Carol en clase y estos le pidieron que luego fuera a comer con ellos. Pronto estaban riendo y preguntándose cosas acerca de sus vidas. Martín sintió un gran alivio por haberles caído bien a aquellas dos personas tan simpáticas.
“Querido diario, hoy ha sido un buen día. A veces simplemente hay que ser valiente” escribió Martín con una sonrisa.