Doña Lucía, mi "señorita" de 1° de EGB, aguardaba en la puerta de entrada. Ahora era la profesora de mi hija en Infantil. Tenía un curioso apodo que venía ya de los cursos anteriores a mí, y que por supuesto heredó. La llamábamos "olla expréss", porque era bajita, gordita y continuamente pidiendo silencio: sssh, sssh, sssh... A ella no le hacía ni pizca de gracia.
Tras cada verano, con el comienzo del curso, Doña Lucía entablaba una breve conversación con cada padre/madre al dar entrada a los niños. Una charleta de ascensor en la que, este año aún más todavía, cuánto más corta fuera, mejor. Y he aquí cuando mi inconsciente, relajado y de vacaciones, me la jugó.
- "Buenos días Olla Expr...Doña Lucíaaa!!! ¿Qué tal el verano?
Acto seguido. Tal y como ella solía hacer 25 años atrás, me enganchó de la oreja y vi las estrellas. Justo en el momento más doloroso, sonó la ensordecedora sirena...
Y ahí me desperté bañado en sudor. Eran las 7:00 en el despertador.