- Ya vamos, Coco! ¿Qué impaciente estás?- se escuchaba en el portal número 23.
A las siete de la tarde . Puntual como siempre, sale a pasear con el perro. Aprovecha para tirar la basura. De color blanco reluciente y como recién salido de la peluquería, todos los días, el West highland white terrier de Olvido, pasea orgulloso con su compañera por la calle Buenaventura.
Les veo desde la oficina cada día, hace ya, seis meses. Fue una mañana de verano, vestida de calle, cuando la vi por primera vez. Me costó reconocerla, de hecho pensé que era otra persona. Salía con vaqueros, camiseta negra y unas zapatillas rojas con flores estampadas, que destacaban en un conjunto casual que vería muy a menudo y que poco tenía que ver con la imagen del escenario: Vestidos ajustados al máximo, uñas largas pintadas de negro, pelo liso, labios Coco Chanel Rouge 490 Lover, sombra negra en los ojos y unas cejas finas, casi invisibles. Allí era Alaska, en la calle, Olvido. Dos personas dentro de un mismo cuerpo, convivían con una creatividad y estilo dispares, difíciles de reconocer a simple vista.
Los periodistas comenzaron a rodearla. Su nuevo compañero sentimental era el responsable, ¿O tal vez no? pero desde aquel beso en el programa de televisión, su popularidad se hizo viral y no dejaron de perseguirla.
Hoy en la calle, interpreta su mejor papel, “ No se nada de lo que me habla”, “No conozco a ninguna Alaska” ,“La persona con la que quieren hablar no soy yo”. Así, con elegancia, educación y estilo se despedía de los periodistas.
A partir de entonces, me pediría, a mí, un simple portero, que la ayudase a salir por la puerta de atrás, ¡Yo... encantado!
Me ha encantado Mencía, enhorabuena.
Saludos Insurgentes