La luz cálida del sol, una suave brisa fría y hojas que caen de los árboles; indican la llegada del otoño y con ello el inicio de las clases escolares. Un grupo de amigos se ha reunido para ir juntos a clases; todos están contentos pues volverán a ver a su pequeño amigo Cammy, un camaleón cola de hoja satánica originario de Madagascar.
Al llegar al aula y acercase a la jaula-terrario de Cammy, se percataron que ya no se encontraba allí; ellos notaron unas marcas de huellitas que estaban al borde de la mesa en donde se encontraba su jaula y también una copia de un boleto de autobús.
Minutos antes de que el timbre indicara el inicio a las clases, formaron dos grupos para buscar a Cammy. Un grupo se dirigió al jardín que estaba al costado del salón; otro grupo fue al laboratorio que se encontraba cruzando el pasillo. Al no encontrar rastro de Cammy; uno de ellos recordó que las huellas estaban hechas de grasa y tierra, con lo que dedujo que el último en estar con el camaleón era el conserje; todos corrieron hasta donde era habitual encontrar al conserje, al llegar y tocar la puerta, esta se encontraba entre abierta; entraron y el lugar estaba vacío, solo encontraron un folleto de un zoológico ubicado en otra ciudad.
Las clases estaban por iniciar por lo cual debían regresar al salón, por el camino vieron al director y le preguntaron acerca del conserje, este les contó que fue a trabajar en otro colegio. Ellos pensaron que el conserje se había llevado a Cammy para venderlo en aquel zoológico; ya sin esperanzas de recuperarlo, un compañero derramó tinta en unas ramas dentro de la jaula, el cual hizo visible a Cammy y con ello se dio fin al misterio.