«El club de lectura»

El recién estrenado bibliotecario nos avisó de que la biblioteca cerraba en quince minutos, así que me apresuré a recoger mis pertenencias porque no quería perder el autobús de vuelta a casa. De repente, en el hall de entrada, me encontré en el suelo una tarjeta con una extraña inscripción: Miembro del club de lectura Bilderberg. Algo me empujó a guardarla y a darme la vuelta hacia el salón privado del club de lectura. «¿Y si funciona?», pensé. Me armé de valor y me fui hacia la puerta de la sala. Un guardaespaldas bloqueaba la entrada.
—Es correcta, tome y pase— me dijo el portero mientras verificaba la autenticidad de la acreditación y me daba una máscara de gorrino.
El salón estaba abarrotado. Un precioso hilo musical del disco Animals de Pink Floyd acompañaba a la muchedumbre enmascarada con rostros de animales. Y no era una muchedumbre cualquiera: se notaba en el ambiente que eran personas llenas de poder. Fue en ese preciso instante cuando supe que estaba en el lugar y el momento incorrectos y que mi vida corría peligro.
—Silencio—dijo el señor que parecía la voz cantante de aquella parafernalia. —El calentamiento global sigue creciendo y sobran muchas almas en NUESTRO mundo. No ha bastado con la crisis del 2008, ni con el covid-19, ni con el miedo y el sometimiento. Es por ello que ha llegado el momento de pasar al siguiente nivel: contaminar el agua potable.