Te voy a contar la historia de un recuerdo que no me pertenece, pues yo no tenía consciencia aún. Es un recuerdo dividido entre cinco personas, yo sería la sexta, pero en cuestión de memoria, la menos relevante.
Amparo: yo lavaba la ropa a mano en una pileta de piedra, no pudiendo evitar mojar mi enorme barriga de nueve meses, cuando comencé a sentir las primeras contracciones.
Dejé la labor y junto con mi hija de siete años preparé la cama donde ocurriría el alumbramiento.
Llamé a mi marido a la empresa pero no lo localizaron. En vista de ello, con todo el dolor de mi corazón, envié a mi hijo de diez años a buscar a la matrona, para lo cual debía atravesar él solo toda la ciudad.
Me tumbé a esperar, llegaron la matrona y mi hijo. De mi marido, ni rastro. La niña nació bien.
Juan: Era la hora del bocadillo cuando en la central sonaron los altavoces, avisándome de que Amparo se encontraba de parto.
Me escondí para terminar de merendar, no tenía mucha prisa; nunca había querido tener aquel bebé. Aún así llegué a tiempo de verla nacer y pude cortarle el cordón umbilical.
Mis hermanos: nos sentimos como héroes ayudando a mamá y luego como premio nos dejaron ver la tele a todo volumen.
La matrona: un niño pequeño llamó a mi puerta en medio de una nevada. Solicitaba ayuda para su madre, dijo que era urgente. Montamos en mi coche y me guió hasta su casa. Allí me esperaban una niña y su madre a punto de dar a luz. Encendimos la tele a toda voz para que los niños no oyesen los gritos.
Poco más pude hacer, la bebé salió prácticamente sola. Corté el cordón y se la entregué a su madre.
Me ha gustado.
Saludos Insurgentes