Quisiera que cayese sobre mí una lluvia de ideas y encontrar una historia distinta en cada acera. Pero es tan difícil. A veces salgo a la calle y observo. Entonces muero por tener un papel y contarle lo que pienso. Gente que va y viene, miradas, gestos, palmadas en la espalda y apretones de mano. En cada instante, en cada conversación, existe una historia. Es entonces cuando pongo en marcha el mecanismo de la imaginación y regreso corriendo a casa para apuntar cada esbozo en el listado de tareas pendientes.
Pero no siempre una idea se convierte en historia. Hay ocasiones en las que me golpeo contra el filo del pensamiento y todo se vuelve oscuro. Intento exprimir el zumo del ingenio, pero no encuentro el punto de enlace entre una buena idea y una buena historia. Quisiera entonces verme vencido por el sueño y navegar por nuevos mundos, pero ni siquiera el sueño se apiada de mí en los días de poca lucidez.
Siento sed, vuelvo con el vaso entre las manos y unas líneas, nacidas desde la nada, aparecen en la pantalla ante mi sorpresa."Entonces se levantó a por agua, el vaso resbaló de sus manos, fruto de la sorpresa, y el suelo, lleno de cristales y empapado, le hizo cortarse primero y resbalar después. Lo último que vio fue la pantalla del ordenador escribiendo frases que bien le hubiesen servido como inicio de su historia. Lo que no sabía es que tras el resbalón, sólo llegaría el final".
Observo el vaso caer, siento los cristales cortar mis pies y el suelo mojado impulsarme hacia detrás. Mientras trato de no perder la vista de la pantalla, mi cabeza se encuentra, de golpe, con el filo de la mesa auxiliar. Y entonces, todo se vuelve oscuro.
¡Buen trabajo!
Saludos.
Los giros constantes dan paso a un final vertiginoso, lleno de intriga y la muerte final.
Fabuloso, enhorabuena compañero.
Saludos Insurgentes