Verde de Scheele era la representación de la belleza pura, la vida, la naturaleza, la felicidad de Adán y Eva en El Jardín del Edén.
Ella era simplemente perfecta. Ni demasiado amarilla, ni demasiada azulada. Su brillo cautivaba a todo el que se acercaba a ella.
En sus primeros años de vida, Verde de Scheele ya había recorrido medio mundo. Desde Suecia hasta Rusia. Había visitado palacios, ilustrado cuadros, cubierto con su manto vestidos, joyas y zapatos. Se revolvía en su fama. —Soy la moda— decía cubierta de orgullo.
Sin embargo, pese a su perfección, Scheele escondía un oscuro secreto, que solo su creador conocía. Los que vestían este pigmento, parecían estar malditos, cubiertos por una especie de sarpullido que traía un picor descontrolado. Los niños morían en las habitaciones que habían sido teñidas de este color. Empezaron a decir que Scheele era la responsable de la muerte del mismo Napoleón. También la culpaban de la ceguera de Monet y la diabetes de Cèzanne.
¿Pero cuál era su secreto “maldito”?
Su belleza estaba envenenada.
Para conseguir un pigmento único, su creador, había añadido arsénico a la mezcla. Era un “color mortal”.
Tras ser descubierto su secreto, el imperio de Verde de Scheele empezó a caer. Los palacios empezaron a cerrar sus puertas, las damas compraron nuevos vestidos, y finalmente Verde de Scheele fue sustituida por sus descendientes, primero Verde Esmeralda y finalmente Verde Cobalto.
Verde de Scheele, observando su decadencia, finalmente murió de pena.
Su nombre que un día fue conocido como símbolo de belleza, riqueza y cultivos gloriosos, ahora se había convertido en un símbolo de muerte, enfermedades y mal augurio.
Así Verde de Scheele, quedó recordada en la historia como el “color asesino”. Que si bien no era el destino que esperaba, aun sería parte de los libros.
Muy buen relato, terrorífico e ilustrante.
Está claro que en esta ocasión el verde fue poco esperanzador.
Relato muy descriptivo y lleno de originalidad.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes