Paul, el primer día de cada año siempre se decía a si mismo que empezaría a correr, para quitarse de encima los tres o cuatro kilos que cogía cada navidad.
Ese año, como todos se levantó con esa intención. Nada de escusas, se vistió con el ultimo traje deportivo que se había comprado. Pero no contó que no entraba en el pantalón, ¿tan gordo estaba? Se fue corriendo al baño a mirarse en el espejo y no vio a su yo de hacía cuantos… diez años.
Ese hombre, barrigudo, medio calvo y ojeroso era él. Y por mucho que corriera no podía escapar de su cuerpo. ¿Dónde estaba?
Salió de allí, se veía todos los días, pero debido, al trajín diario no era consciente de su transformación. Pensó que en vez de correr debería llamar a un nutricionista. Pero… A quien quería engañar ¿Qué iba hacer con toda la comida de navidad y debido al no me entra más había guardado? No la podía tirar, la podía donar a los pobres, pero siendo un poco Scrooge…le había costado una pasta ¡Como lo iba a dar!
Entonces debido al agobio de no llevar su propósito a cabo. Empezó a caerle el sudor por la frente. Se dijo que no debía ponerse así, debido a que no tenía pareja, vivía solo. Comenzó a divagar sobre si cada año estaba más gordo, nunca encontraría pareja, tampoco tendría hijos, no podría agacharse para coger a su gato… Sin pensarlo, salió de casa corriendo, pero no haciendo deporte sino huyendo de su vida. Cuando de repente, tropezó y se despertó en su cama. Fue un mal sueño, el primero del año.
Saludos Insurgentes