«El recuerdo de un aroma»

Kiran era un niño que amaba la naturaleza. Todos los días después del colegio, correteaba entre la arboleda que había junto a la aldea, el aroma a acacia y palo de rosa le parecía placentero. Se divertía imaginando que podía hablar con pájaros y lagartijas. Y en el pequeño riachuelo, solía colocar sobre el agua pequeños barquitos confeccionados con tallos y hojas, después perseguía su recorrido hasta que sus pies no tenían un espacio fiable para seguir.
Fue en el mes de abril de 2050 cuando Kiran perdió todos esos placeres y a toda su familia. Una riada más a causa del cambio climático, se llevó por delante todo lo que poseía. Cuando despertó a media noche, entre tablas y barrizal, comenzó a caminar en busca de alguien, sin embargo, no sabía a quién exactamente. Había perdido la memoria.

- Hola, ¿eres mi madre? -le preguntó a una señora con mirada perdida.
- ¿Qué? Yo...no, yo no soy madre -contestó mientras se alejaba sin destino alguno.

Deambuló durante horas sin saber muy bien qué hacer ni dónde ir, hasta llegar a un lugar donde la muchedumbre se desquiciaba por un trozo de pan. Unos guardias repartían ropa de abrigo, agua y comida. Tras su primer bocado, recordó algo, el aroma de un guiso, quizás el de su madre o su abuela. No quiso pensar en ello, pues sabía que si los recuerdos volvían, posiblemente el sufrimiento no le dejaría sobrevivir. Se sentó en el mismo asiento donde un señor mayor le observaba sonriente.
- Hola pequeño. ¿Sabes dónde está tu familia?.
- No. Aunque tampoco recuerdo si tengo familia. Solo recuerdo un riachuelo, un aroma, y mis amigos los pájaros.
- Si quieres, puedes quedarte conmigo. Así nos hacemos compañía ¿Qué te parece?.
- Me parece bien -contestó Kiran con su rostro esperanzado.