Antonio Otero Fernández

«Hogar, dulce hogar»

308 palabras
2 minutos
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🏡 Cuenta los pensamientos de un fantasma que encuentra los restos de su casa expuestos en el museo. Tiene ante sí el lugar donde vivió, amó, cuidó de tu familia... dos mil años después, atrapado en un eterno retorno.
«No puedes enterrar el pasado. Cuando crees tenerlo bajo tierra, termina por emerger a la superficie. Siempre.».

Eso solía decir mi abuelo en una de aquellas interminables peroratas que impartía recostado en el sillón de cuero de nuestro salón.

Era una habitación acogedora. La iluminaba una lámpara de aceite que pendía sobre una mesa de nogal en la que había dispuesta una baraja de cartas. ¡Qué buenas tardes pasamos allí! Del abuelo solo recuerdo que fumaba mucho.

Papá también nos refería buenas historias, aunque desde un lugar distinto: el jardín delantero. Allí mamá se dedicaba con esmero al cuidado de las flores, mientras mi hermano y yo trepábamos a los árboles. De papá solo recuerdo que, como el abuelo, también fumaba mucho.

Imagino que la adicción al tabaco fue el causante de lo que sucedió después. El causante de que un día me despertara con los destellos cegadores y anaranjados del fuego a punto de reducirlo todo a cenizas. Las llamas se apoderaron de la casa antes de que pudiéramos escapar. Y todo por una colilla mal apagada.

Dicen que convertirse en un fantasma significa que, en cierto modo, has sobrevivido a la muerte. Que has tenido un golpe de suerte. Pero ahora veo a estos turistas delante de mí, agolpados contra el cristal, mostrando fingido interés por los restos de mi viejo hogar, y maldigo mi suerte.

Esos idiotas ignoran que el único que salió vivo de aquel incendio los observa ahora fijamente, sin que los demás puedan observarlo a él.

El abuelo tenía razón. ¿Cómo voy a enterrar el pasado si su simple mención me atormenta a cada paso que doy? ¿Merece la pena sobrevivir a la muerte cuando las memorias de aquello que quiero olvidar son más lúcidas que nunca?

Será mejor que lo deje correr. Tengo toda la vida para pensar en ello. Literalmente.
Antonio Otero Fernández
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Bárbara (@BbEmergentes)
03 ago, 10:53 h
Qué grande!!
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