Por un momento me detuve. La miré. Incluso en esa absurda situación estaba preciosa. Divertidamente despeinada. Algunas atrevidas gotas de sudor resbalaban por su rostro surcando la principal mancha de sangre que tenía en la mejilla izquierda. Sonreía con los ojos ya que tenía la boca ocupada soplando con fuerza el travieso mechón de pelo que había optado por decorar su cara sin permiso.
Yo era el chico más afortunado sobre la faz de la tierra. No exagero. Ciencia exacta. Pura objetividad. De entre todas las personas del mundo decidió posar su mirada sobre mí. Yo, ni guapo ni feo. Ni alto ni bajo. Nadie. Un simple y corriente grano de arena más en esta gran y esférica playa en la que todos vivimos.
Después de desahogar nuestra pasión de la manera más desmesurada que había conocido, permanecíamos horas desnudos sobre las sábanas fantaseando sobre circunstancias que aún no habíamos experimentado. Ella hablaba. Yo escuchaba. El rostro se le iluminaba y su voz adquiría matices que representaban fielmente la felicidad cada vez que me explicaba el cambio que sucedería en su vida. El punto de inflexión. La aventura de vivir lo llamaba ella. Lo más importante: contaba conmigo.
No era la primera vez que me llamaba a esas horas aunque debo admitir que nunca me había contactado para algo así. Fui a su casa de un salto. Desprendía serenidad y alegría como nunca pero ella sola no podía cargar con el cadáver.
Ella lo sujetaba por los tobillos. Yo lo agarraba por los brazos mientras caminaba hacia atrás marcando torpemente el ritmo. Qué ironía poder andar hacia atrás y, sin embargo, no poder deshacer lo hecho. Ya era tarde. Estaba totalmente involucrado. Ahí fue cuando, por un momento, me detuve. La miré. Incluso en esa absurda situación estaba preciosa.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Maravilloso.
Jajaja, impresionante el cambio. Me has dejado en shock, perdón.🤣🤗