LA VIGA.
Hacia ya tanto tiempo que no nos veíamos que para los dos fue una gran alegría.
Los dos trabajamos casi de niños como en aquellos tiempos se trabajaba en la construcción. Teníamos tan solo 16 años cuando los hechos que estábamos recordando pasaron.
—¿Te acuerdas Jacinto del día de la viga? ¡Qué gran casualidad que cállese sobre el poste siendo tan estrecho, por centímetros casi nos cuesta la vida a unos cuantos!
No fue casualidad. Yo estaba desde un andamio guiando aquella gran viga de acero para que descansase en aquel estrecho poste, pero su gran peso lo aguantaba una grúa.¡Entonces paso! La gruesa maroma que aguantaba la viga desde el gancho de la grúa salto por los aires en mil trozos,
Algo estallo en mi cerebro, vi alrededor mío un fogonazo de extraña energía que se extendió en el aire que me rodeaba, abrace con fuerza aquella viga aun sabiendo que moriría,
Aun faltaba casi un metro para que descansase en el poste, hice un esfuerzo que yo no podía hacer pues era imposible, vi con asombro que la viga no hacía caso a la gravedad.
Cuando la viga descanso en el poste, escuche soplidos de Pedro, bajo el andamio mis compañeros se extrañaban de la casualidad que fue que la viga cayese en su sitio.
No fue casualidad, fue algo sobrehumano que hizo que aguantase mas de 500 kilos mas de un metro, sabia que si no lo hacía morirían, algo, me hizo un superhombre por un momento, ¿un milagro? quizás. En el fondo nunca lo sabré.
Continúo hablando con mi amigo Pedro de mil cosas, pero incluso hoy después de tantos años, prefiero dejar algo tan extraordinario para mi solo, lo relato en este escrito que quizás me sirva de desahogo.
Barlovento.
Me ha gustado.
Saludos Insurgentes