Lentejas
Era día de lentejas. Sus favoritas. Sabía que no podía hacerlo mal. Se acercaba la hora y los nervios la consumían. Estaba a punto de llegar. Las sirvió en un plato hondo, se giró para llevarlas a la mesa y, al quemarse con el plato, no pudo evitar dejarlo caer al suelo. Se rompió en mil pedazos salpicando cada rincón de la cocina en que había sido presa durante años.
Un calor prácticamente volcánico se adueñó de todo su ser. Parecía brotar de los cardenales en los brazos, de las cicatrices de la espalda y de su labio inflamado. Necesitaba deshacerse de ese ardor. Abrió la puerta de la nevera y, en un desesperado intento de enfriar su debilitado cuerpo, lanzó al suelo todo lo que encontró en su interior, baldas incluidas. Se metió dentro y permaneció en silencio en posición fetal, esperando la muerte en cualquiera de sus formas.
Sacramentos
El último vermú le había sentado peor que de costumbre y la cerradura parecía haberse reducido por arte de magia. El olor a lentejas disipó su torpeza por un instante y consiguió entrar en la casa donde ejercía de carcelero. Chocó varias veces con las paredes del pasillo hasta llegar a la cocina. Al presenciar la caótica escena, lo tuvo claro: el cuchillo del segundo cajón pondría fin a su desobediencia. Solo le bastó un paso para pisar el aventurero chorizo que había aterrizado al lado de la puerta. Se resbaló golpeándose la cabeza contra la esquina de la mesa.
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Sus ojos se asomaron sigilosamente por la puerta de la nevera. Observó el inerte cuerpo durante unos segundos y se acercó a la olla para servirse un plato de lentejas con sacramentos. Le habían quedado espectaculares.
El giro final es brutal!
Enhorabuena Mikel!
Saludos Insurgentes
Es un tema complicado y escabroso.
Un abrazo enorme compañero.
Saludos Insurgentes