«Los días en el videoclub»

Mi padre regentó un videoclub durante muchos años. Yo trabajé allí hasta que lo cerró. Guardo muchos buenos recuerdos de aquella época con nostalgia, sobre todo el día que conocí a Melani. Yo estaba colocando cintas en los estantes cuando ella se acercó y me preguntó si era verdad que allí teníamos todo tipo de cine más allá de las mierdas comerciales, si era cierto que estábamos especializados en cine de autor y cine independiente. A lo que yo contesté: "Por su puesto, yo soy el culpable. Porque si fuera por mi padre, este videoclub sería como todos". Entre risas me contestó: "Ajá, tú eres el responsable cinéfilo..." Yo asentí y le pregunté si la podía ayudar en algo, si buscaba algo en concreto mientras admiraba sus pintas (toda vestida de negro) que hacían juego con sus ojos y su pelo. Me sorprendí mucho al verla, era realmente atractiva y además tenía clase para vestir, y lo mejor de todo es que parecía tan cinéfila como yo. Resultó que estaba buscando Cuentos de Tokio. Estuvimos charlando un rato, le dije que me llamaba Tristán y tal, hablemos un rato sobre cine y le enseñé los grandes pasillos de la tienda con todas las secciones. Cuando se marchaba me dijo: "¿Qué harías tu último día de vida?" La pregunta me pillo de imprevisto, era una pregunta rara, además salida de contexto. No sé, la acaba de conocer... Pero me hizo gracia. La miré y sonreí, pensé mi respuesta detenidamente. Mientras la observaba pensé qué realmente lo que me gustaría sería pasar mi último día de vida junto a ella, pero no se lo dije y contesté: "No sé... supongo que sonreír".