Paseaba cerca del edificio de oficinas de la Avenida de Madrid cuando la vi desde la ventana. Apuré mi café y fingí un encuentro con ella.
―Cuánto tiempo Luis? Trabajas o vives por esta zona?
―Trabajo cerca, pero suelo venir a tomar el café a este bar -dijo señalando el lugar de donde había salido hace unos minutos-. He estado 10 años en Alemania y ahora trabajo en las oficinas de la plaza.
―Has conseguido ser campeona de boxeo? Recuerdo tus ganas de mirar los combates de las chicas argentinas, americanas o inglesas. Tu favorita como se llamaba? Jesús…? Ahhhh! María Jesús Rosa Reina… ese era su nombre.
―Si, -dijo cabizbaja-, murió de cáncer en el 2018. Es un deporte minoritario y poco valorado. Piensan que somos “marimachos” practicando un deporte, ¡Como si fuera importante el género para hacer ejercicio!
La ausencia de patrocinador constante que apoye mis desplazamientos, hace que Paco me ayude con sorteos y recaudaciones varias; todo esto, unido a mi financiamiento mediante créditos, contribuyen a mantener mi sueño vivo.
―Y cómo te va con todo?
―¿Ya ves? A pesar de limpiar oficinas he logrado ser campeona de Europa de peso mínimo en el año 16, repitiendo en el 17, 20 y 21, pero ya tengo 31 años y estoy un poco cansada, posiblemente me retire este año.
―Igual puedo echarte una mano ahora que estoy por aquí, tengo algunos contactos; me alegra que hayas logrado tu sueño Joana.
―Una quimera que me ha costado horas de descanso durante años y el único reconocimiento ha sido un pequeño recuadro en los periódicos nacionales, donde apenas mencionan mi nombre: Joana Pastrana. Pero lo que más me enorgullece es que las niñas me digan que “quieren ser como yo”.
Gracias Luis, hablamos! Ahora debo irme.
Bonita historia Mencía, enhorabuena.
Saludos Insurgentes