Al entrar en la habitación y verla a ella, todo cobra sentido, por este momento es por el que tengo fuerzas para seguir en pie día a día.
La enfermera me presenta como su doctor y ella casi siempre hace la broma de que ya le podría haber tocado uno más joven. Luego me siento lo más cerca de ella que puedo y le pregunto cómo se encuentra.
Hoy parece tener un buen día, la veo tranquila y empieza a contarme cómo era su vida en el pequeño pueblo donde creció, sobre sus compañeros de colegio y cómo su madre le preparaba la merienda. Me cuenta que le gusta mucho estudiar, y que tiene muy buena memoria para retener datos históricos, que quizá se dedique a enseñar cuando sea mayor, y se ha quedado pensativa al decirlo, al instante me ha mirado y me pregunta si ya lo hizo.
Durante ese instante de lucidez le he preguntado si ella cree que lo hizo y me ha dicho que se recuerda en una clase explicando la II Guerra Mundial, pero al momento ese recuerdo que quería salir se ha ido y me ha dicho que se había confundido con un día que el maestro la sacó a la pizarra.
Ahora, al salir de la habitación y dejarla allí sentada, mientras me mira sin verme, ya pienso en mañana.
Así, día tras día, yo lucho por interpretar ese papel, el de su médico, sin que ella recuerde que soy su otra mitad, la persona con la que ha compartido la mitad de su vida.
Así, día tras día, yo lucho por sacar de mi mente el recuerdo que me tortura, la primera vez que no me reconoció.
Mañana, volveré a entrar en la habitación y al verla todo cobrará sentido de nuevo.
Me ha encantado, dar visión a las enfermedades mentales es muy importante.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes
Me ha gustado tu relato. Es muy conmovedor...😭